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El próximo 9 de junio de 2007 se cumplen
veinticinco años de la aprobación del Estatuto de Autonomía de la
Región de Murcia. Ésta es una fecha simbólica que nos obliga a
realizar el correspondiente análisis de lo que ha representado este
cuarto de siglo.

El Estado de las Autonomías nació como expresión de una voluntad,
manifestada sobre todo por determinados territorios peninsulares, de
reconocimiento del carácter plurinacional y pluricultural del
Estado.
Murcia, los murcianos, conseguimos acceder a la autonomía como
reconocimiento a nuestra entidad histórica como pueblo y como
territorio heredero del antiguo Reino de Murcia. Sin embargo, la
falta de una élite intelectual y de una vanguardia cultural que
conociera el auténtico significado de “lo murciano”, más allá de
banalizaciones folclorísticas, nos ha llevado a construir una
Comunidad Autónoma que, en lugar de responder a su sentido esencial,
se ha limitado a la formación de un ente administrativo y
burocrático que ha acabado respondiendo más a la satisfacción de los
intereses privados de los caciques de siempre.

Murcia cuenta con
un sustrato
histórico y una sustantividad cultural comparable a la de
cualquier otro territorio peninsular. Sin embargo, la Comunidad
Autónoma murciana no ha sabido desarrollar una política que haya
profundizado en el reconocimiento de nuestra identidad.
Así, vemos que estos veinticinco años se han caracterizado por la
NEUTRALIZACIÓN DEL PERFIL HISTÓRICO DEL PUEBLO MURCIANO, de
entre los que podemos destacar los siguientes elementos:
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No se ha sabido desarrollar una política clara de la
imprescindible afirmación de la identidad murciana. En el
momento que nos encontramos, de configuración política de una Europa
cuyo primer peldaño, en todos los casos, son los viejos reinos
medievales, en nuestro caso se ha obviado absolutamente esta
definición, que resulta imprescindible, a no ser que nuestra
voluntad se limite a ser la “tierra de nadie” de la Península
Ibérica y la única “tierra de nadie” de toda la Unión Europea.
En este contexto se explica la
inexistencia de un himno,
veinticinco años después del nacimiento de la autonomía murciana, o
el
abuso de las referencias "Región"
y "regional" para designar todo lo que concierne al
colectivo al que nos referimos.
-
Por acción o por omisión, desde la Comunidad
Autónoma se ha contribuido al debilitamiento de nuestra conciencia
comunitaria colectiva, auspiciando enfrentamientos entre
localidades y amparando el desarrollo de
localismos exarcebados. Ésta es una vieja
herramienta de la Restauración del siglo XIX que en nuestra tierra
se mantiene intacta, al igual que el sistema clientelar al que el
caciquismo de ese momento dio vida.
A esto se une el respaldo de
las instancias públicas autonómicas a determinadas iniciativas
locales y localistas, a las que se ha pretendido equiparar a
otras iniciativas idénticas referidas al conjunto de nuestra sociedad,
en un intento más de banalización de lo murciano.
-
A este fortalecimiento de los localismos,
imprescindibles para el debilitamiento de la identidad colectiva
murciana, ha contribuido el modelo territorial de
nuestra Comunidad, heredado de la conquista medieval del Reino de
Murcia, y que se ha perpetuado hasta nuestro días en la forma de
grandes municipios, que son el caldo de cultivo ideal para el
afianzamiento del localismo. Por ello, no es extraño que desde la
Comunidad Autónoma se haya impedido la
creación de
nuevos municipios o la materialización de las comarcas previstas
en el Estatuto.
-
En este último cuarto de siglo se ha dado la espalda
absolutamente, desde la propia Comunidad Murciana, a comarcas
limítrofes con la que se había
compartido historia y cultura los últimos mil años.
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En cuanto a la cultura murciana, no
sólo no se ha protegido y fomentado como hubiera sido deseable,
sino que se ha profundizado en la táctica de ridiculización y
desprestigio. Siguiendo esta línea de actuación, el elemento más
claramente denostado ha sido la
lengua, que, a diferencia
de lo ocurrido en Asturias o Aragón (donde se han llevado a cabo
medidas expresas de protección y promoción de este patrimonio
cultural inmaterial, al que los poderes públicos están obligados),
se ha visto reprobada y directamente atacada por quienes deberían
estar en la primera línea de su defensa.
Como ejemplo claro
de lo que desde JARIQUE llamamos “banalización
de lo murciano”, podríamos señalar la viñeta publicada en el
diario Línea, en pleno proceso autonómico (17-12-1977), cuando
estaban tratando de definirse los símbolos de la autonomía
murciana. El tiempo que emplea el creativo de semejante
engendro es bastante demostrativo de una actitud decidida de
neutralización de nuestra identidad por medio de esos procesos ridiculizantes y que es claramente identificable en determinados
sectores sociales e ideológicos. Éste es un ejemplo de hace 30 años,
pero este mecanismo sigue en pleno vigor, como demuestran
determinados “diccionarios de murciano” o un jocoso proyecto de
Estatuto de Autonomía para la Región de Murcia que circulan por
Internet.

Todas estas prácticas y elementos que hemos
señalado y que han caracterizado estos 25 años de autonomía
murciana, tienen un fundamento común:
el miedo existente en las clases dirigentes a que los murcianos
puedan TOMAR CONCIENCIA DE SU PROPIA IDENTIDAD, cuando esta
toma de conciencia no es sólo deseable, sino imprescindible para
poder jugar nuestro propio papel en la configuración política de una
Europa en construcción y de una España en reestructuración.
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Replanteamiento de nuestro hecho
autonómico |
En el 25 aniversario de la aprobación del
Estatuto, desde JARIQUE pensamos que nuestro futuro inmediato pasa
necesariamente por el REPLANTEAMIENTO COMPLETO DE NUESTRO HECHO
AUTONÓMICO. Se hace necesaria una auténtica construcción
constitucional que debe apoyarse en dos pilares fundamentales:
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La difusión y formulación de una CONCIENCIA HISTÓRICA,
que debe apoyarse de forma unitaria
y sintética en aquellos episodios históricos que forjan la identidad
murciana, de los que la sociedad no tiene prácticamente ningún
conocimiento.
-
La difusión y formación de una MEMORIA CULTURAL, cuyo eje
fundamental es la recuperación de nuestra lengua como forma más
íntima de concepción del mundo de los murcianos; asimismo la
literatura y el resto de manifestaciones artísticas y etnoculturales.
La construcción de nuestra Comunidad Autónoma no puede basarse exclusivamente en el
diseño de una entidad jurídica, sino que precisa de la formulación
de esta CONCIENCIA CULTURAL que hemos descrito.
MEMORIA para comprender y conocer nuestro PASADO
CONCIENCIA para forjar y definir la
identidad que debe poseer cualquier grupo humano,
y así comprender y conocer nuestro PRESENTE
PROYECTO intelectual y político
para poder decidir y elegir nuestro FUTURO
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«Les voy a hacer una predicción
razonada, y pongo por testigo de ella al futuro inmediato:
los partidos que se dicen murcianos continuarán reuniéndose
y discutiendo; la preautonomía de Murcia se aprobará, si se
aprueba, en una tercera o cuarta tanda de decisiones
gubernamentales; a lo que ahora se llama Diputación
Provincial se llamará con el eufemismo de Consejo Regional,
que será una Diputación, sólo que más politizada, y, claro
está, con distintas personas más democráticas a su frente;
cuando su Asamblea Regional haga un inventario de los
recursos de la provincia (una de sus misiones) y lo compare
con los de otras regiones, pedirá auxilio al Gobierno. Pero
quizá antes que esto último, se haga el replanteamiento de
la Región Murciana; y vuelta a empezar, aunque ya en peores
condiciones». |
En 1977, el historiador lorquino y teórico
del regionalismo murciano, José Antonio Ayala, hizo esta
dramática profecía
acerca de lo que acabaría convirtiéndose la naciente Comunidad
Autónoma. Treinta años después de su formulación y veinticinco
de la promulgación del
Estatuto de Autonomía, comprobamos que esta predicción de Ayala es
hoy una lamentable realidad. La autonomía no ha servido para definir con
claridad en qué consiste "lo murciano", quiénes somos ni qué
queremos ser, como un elemento más de los que conforman el
Estado español y la Unión Europea.
Ahora que se cumple un cuarto de siglo, entendemos que, antes o
después, este debate acerca de nuestra identidad tendrá que
producirse, lejos del deseo de quienes pretenden que esté
definitivamente cerrado.
«Una comunidad es algo más que una
sociedad jurídica y administrativa; en el fundamento
social y humano de esta última hay algo muy hondo que dota
de sustancia propia y peculiar a la personalidad jurídica de
la Región. Algo que es necesario definir para dotarnos de
una conciencia comunitaria, que en realidad no tiene
mucha fuerza entre nosotros, y sin la cual la Región de
Murcia no sería una “comunidad”, sino un mero agregado
administrativo de pueblos, ciudades y comarcas, sin más
elementos de unidad y permanencia que la existencia de una
capital, la ciudad de Murcia, y un sustrato cultural
poderoso y común, de cuyas raíces y cuyas
características y salvaguarda quizá debiéramos ocuparnos
más». |
José Mª Jover Zamora
Prólogo de "La autonomía de Murcia" |
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