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años 70: dramática profecía |
José Antonio Ayala, años 70 |
De entre los escasos teóricos del regionalismo murciano merece la
pena hacer una mención especial al que fuera ganador del II Concurso
de Regionalismo Murciano, organizado por el desaparecido diario
“Línea”. Se trata del lorquino José Antonio Ayala Pérez, doctor en
Historia, Catedrático del Instituto de Bachillerato Infante Don Juan
Manuel, académico correspondiente de la Real de Medicina y Cirugía
de Murcia, autor de varias obras sobre Romero Robledo y “El regadío
murciano en la primera mitad del siglo XIX” y de “Murcia y su huerta
en la Segunda República”.
El periodista de “Línea” Felipe Julián Hernández entrevistó al
profesor Ayala con motivo del premio y al preguntarle sobre el nuevo
hecho regional, contestó: «Yo creo que se está planteando de una forma inadecuada, porque
la Región se está haciendo coincidir con la
división puramente
administrativa que es la
provincia, y porque no se tienen en cuenta
una serie de factores estructurales de los que somos herederos, por
ejemplo, el mismo hecho dialectal que fue importantísimo en su
momento».
El profesor Ayala es también de la opinión de que el eje para la
futura Región debe ser el río Segura.
Al analizar el tema de la
bandera regional, contestó al mencionado
periodista: «Creo que ahora mismo hay mucho arbitrismo y se están haciendo
planteamientos que no parten de un rigor histórico».
Y lanzó la que se acabaría convirtiendo en una gran verdad: «Claro que está
que muchas cosas del regionalismo actual no nacen de forma natural,
sino que son artificiales. El tema de la preautonomía lo considero
una trampa por las prisas que se están dando: la solicitud de
preautonomía por parte de Cataluña y el País Vasco que presionan al
Estado se han generalizado. Esta carrera puede ser nefasta, porque
pueden darse divisiones regionales injustas. En el caso de Murcia,
lo único que podemos recoger es, por este camino, la
actual
provincia un poco descentralizada; nos veremos tan constreñidos como
antes, cambiando sólo de nombre. Se ha invertido el orden: el
proceso hacia la autonomía no está pasando por los cauces naturales
que precisan; es necesario un debate sobre nuestra historia,
sociológico, económico, etc. Los intelectuales deberían dejar de ser
minorías silenciosas».
Hoy, casi treinta años después de materializarse las respuestas del
profesor Ayala, nos encontramos ante una segunda transición, en la
que los murcianos debemos aprender la lección y sacar conclusiones
de lo acontecido en los años 70. Estas respuestas cobran una
dramática actualidad en la que nuestro pueblo, nuestra cultura puede
quedar una vez más a remolque de acontecimientos que condicionarán
nuestro futuro, y de los que debemos ser protagonistas y no meros
actores secundarios.
Cuando el periodista Felipe Julián Hernández, a mediados de los años
80, se refiere a las ideas expuestas por el profesor Ayala, escribe:
«El párrafo es de la máxima actualidad. Los intelectuales siguen
sin ser convocados a estudiar el proceso autonómico; es más, se han
desentendido de él, como si no fuera con ellos la cosa».
Si es de la máxima actualidad ahora, si lo era a mitad de los 80, lo
que parece claro es que, o Murcia carece de una clase intelectual
que se preocupe por su futuro, o durante estos treinta años sus
intereses han sido otros. En cualquiera de los dos casos, la
irresponsabilidad de los mismos ante nuestro futuro es indignante.
Por medio de estas líneas, nuestro interés es participar a quienes a
ellas se acerquen de acontecimientos muy recientes de nuestra
historia, pero olvidados o de general desconocimiento.
Uno de los más importantes artículos del profesor Ayala se publica
el 14 de marzo de 1978. En el mismo afirma que nuestros
parlamentarios «llevan varios meses afanándose en aprobar un
Estatuto de Preautonomía uniprovincial, lo que no deja de ser
sarcástico y de reflejar otra idea que ya apunté: la improvisación
del Gobierno y de los partidos murcianos en un tema tan grave y tan
importante para España como es la ordenación regional».
En otro párrafo de su artículo añade: «Ningún partido ha
estudiado seriamente, o, al menos, no lo demuestra, qué es una
región, cuáles son
los límites de la nuestra y, sobre todo, qué
futuro económico puede aguardar a la provincia de Murcia frente a
unos bloques pluriprovinciales (que no regionales) de mayor ámbito
territorial, de mayor influencia política nacional y, por ello, con
más posibilidades de desarrollo. ¿Es de extrañar por eso mismo que
la Región Murciana no suscite entusiasmo, no sólo ya entre el pueblo
paciente, sino entre los partidos responsables? ¿Hay algo más amorfo
que los dos proyectos preautonómicos de la
UCD y del
PSOE?».
«Para mí,
la Región de Murcia es la conformada por el marco
natural del Segura. No sería difícil repetir aquí argumentos históricos, dialectales, económicos, etc., que avalan la unidad de
estas tierras. Tampoco lo sería citar estudios globales sobre esta
auténtica Región, que ya cuenta con una institución técnica
semicentenaria, la Confederación Hidrográfica del Segura».
«Pues bien, como no sería posible llegar a esta susodicha Región
por la comarca, que sería la unidad ideal, porque el proyecto de
Constitución y el texto definitivo partirán de la unidad provincial,
es necesario crear las provincias del Segura, que llenen aquel
objetivo. Porque convenzámonos: no prosperará la inteligente
moción
de Pérez Crespo de romper los marcos provinciales, ni tendrán
efectividad los artículos de los proyectos preautonómicos murcianos
de la
UCD y del
PSOE de que podrán integrarse en la Región
"los
municipios de las provincias limítrofes que, previa consulta a sus
habitantes, etc. etc.". Y no prosperarán por una sencilla razón: las
posibles, que no ciertas, peticiones en tal sentido serán
anticonstitucionales».
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«En estas circunstancias, la batalla que puede iniciar Murcia es
la de apoyar la creación de nuevas provincias, y formar con ellas su
Región. En primer lugar, Cartagena, y no sólo por el interés
susodicho o por probar la estrategia y sentar el precedente, sino,
sobre todo, porque Cartagena tiene la tradición y el rango necesario
para llegar a ser una de las provincias más destacadas de España. En
segundo lugar, o en el que sea, Lorca, capital de una provincia que
puede adentrarse sin mucho esfuerzo en parte de la provincia de
Almería, de la que ya es centro comercial (lo que en la actualidad
se denomina capital subregional), viario, cultural, etc., y lo fue en
el pasado histórico. También puede serlo la Vega Alta, con centro en
Hellín, y cabría esperar que la Vega Baja, si se le promete a
Orihuela la singular importancia capitalina como centro de una
comarca que puede esperar mucho del Segura, que pasa antes por
Murcia, y muy poco de la lejana capital de Valencia, a la que quizás
la ha acercado, valga la paradoja, su lejanía».
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La propuesta que hace el profesor Ayala en el momento de la
Transición era difícilmente viable por la sacralización de los
límites provinciales, que, evidentemente, no tenían por objeto
impedir la reagrupación del Reino de Murcia, sino “salvar” a
Navarra.
El mismo profesor Ayala, refiriéndose a su propuesta, dice: «Pueden
parecer éstas las reflexiones de un arbitrista, y a lo peor lo son.
Parecen también ingenuas, y yo reconozco que lo soy».
«El único partido verdaderamente regional no está en Murcia, sino
en Cartagena, el Partido Cantonalista. Y lo que proponen no se
llevará a cabo porque los partidos en Murcia se deben más a la
disciplina y criterios de sus ejecutivas madrileñas que a su Región».
El profesor Ayala se equivocó muy poco, y hoy, treinta años después,
vemos tristemente cumplida su profecía:
«Les voy a hacer una predicción razonada, y pongo por testigo de
ella al futuro inmediato: los partidos que se dicen murcianos
continuarán reuniéndose y discutiendo; la preautonomía de Murcia se
aprobará, si se aprueba, en una tercera o cuarta tanda de decisiones
gubernamentales; a lo que ahora se llama Diputación Provincial se
llamará con el eufemismo de Consejo Regional, que será una
Diputación, sólo que más politizada, y, claro está, con distintas
personas más democráticas a su frente; cuando su Asamblea Regional
haga un inventario de los recursos de la provincia (una de sus
misiones) y lo compare con los de otras regiones, pedirá auxilio al
Gobierno. Pero quizá antes que esto último, se haga el
replanteamiento de la Región Murciana; y vuelta a empezar, aunque ya
en peores condiciones. Hasta ver si pasa esto o no, yo no volveré a
escribir sobre nuestro regionalismo».
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