JARIQUE, como asociación dedicada al estudio y
divulgación de los elementos que componen la identidad murciana,
quiere hacer público su punto de vista sobre una cuestión a la que
no se le ha dedicado ninguna atención en los últimos 25 años de
autonomía, y que ahora se ve forzada por la circunstancia de un
encuentro de fútbol: la elección de un himno para la Comunidad
Murciana.
Sería nuestro deseo, en primer lugar, que la resolución de esta
coyuntura futbolística no viniese, como casi todo lo acontecido en
la Transición murciana, a ser resuelto mediante el pastiche y la
chapuza.
¿Y por qué no hay himno en la Comunidad Murciana? La ocasión
sí resulta propicia para dar respuesta a esta pregunta. Desde que se
inició el proceso autonómico de la hoy conocida como Región de
Murcia, todas las iniciativas hacia el Estatuto de Autonomía
resultaron bombardeadas desde el Partido Cantonal de Cartagena, que,
con gran ahínco y no menos éxito, convirtieron el proceso autonómico
en un gran fiasco, ayudadas por la falta de habilidad o
torpeza explícita de los, por aquel entonces, cuatro grandes
partidos nacionales en Murcia.
En este aspecto, baste recordar el ultraje a la bandera regional
perpetrado por varios concejales cantonales, que, descolgando de un
balcón la recién nacida bandera, previa llamada a los medios de
comunicación, la hicieron jirones empleando unas tijeras. La bandera
regional había sido concebida con un claro propósito integrador del
antimurcianismo del PCAN. Pero la solución que se hubiese adoptado
es lo de menos, porque, como les hemos oído otras veces, “se haga lo
que se haga, nos tendrán enfrente”. Y un resultado como éste es el
que se debe evitar con ocasión de la elección del himno. La bandera
resultó descafeinada, enervada y no llegó a cumplir ese objetivo
integrador.
Si después no ha habido himno, o patrona de la Región de Murcia, el
motivo no es otro que la dificultad de encontrar algo que no
termine siendo víctima de otro ultraje. Asunto que, por otra
parte, será absolutamente inevitable, ahora y dentro de otros
treinta años. Los antimurcianos radicales nunca van a encontrar
adecuada ninguna propuesta que se haga.
Ante esta situación, son posibles dos actuaciones: “no hacer nada” y
permanecer sin un elemento vertebrador de cualquier identidad
colectiva como resulta ser un himno, o “tomar decisiones” asumiendo
los riesgos que conlleve tal decisión.
Nosotros optamos por la segunda alternativa. Hay que tomar una
decisión. No hacer nada es un agravio comparativo con otras
Comunidades y un lastre para nuestra ya mermada autoestima como
pueblo.
Lo que no nos parece adecuado ni aceptable es que el himno tenga un
carácter localista que pudiera levantar más rechazos que aquellos
con los que ya contamos (“nos tendrán siempre enfrente”). No deben
admitirse como himnos el Canto a Murcia de “La Parranda” o el Bolero
a Murcia por sus exclusivas referencias a la capital y su huerta.
En cuanto a la propuesta que venimos a aportar, teniendo en cuenta
la inexistencia de himnos regionales anteriores, se materializa en
una solución análoga a la desarrollada en la elección del himno de
la Unión Europea (la 9ª Sinfonía de Beethoven, el conocido “Himno de
la Alegría”). Se tomó una pieza de música clásica (debidamente
arreglada para su función como himno) de un compositor que
representaba los valores europeos, y se prescindió de letra.
Algo similar es lo que JARIQUE sugiere: buscar una melodía
clásica o tradicional murciana, realizar los correspondientes
arreglos y mantener sólo la composición musical, es decir, que
carezca de letra, como también es el caso del himno español.
El acuerdo sobre un texto resulta mucho más difícil que sobre una
melodía y solamente aportaría más inconvenientes que ventajas.
Pues bien, en principio, podría servir a tal fin cualquier
movimiento de la suite murciana “A mi tierra”, compuesta por el
lorquino Bartolomé Pérez Casas, que además de gran músico y de no
ser ni murciano ni cartagenero, es una persona con los valores y las
clásicas aptitudes de los hombres de esta tierra.
Adolfo Salazar en su obra "La música contemporánea española”,
publicada en 1930, dice:
“Uno de los músicos que más
influencia ha tenido en la formación de la mentalidad de
nuestros jóvenes compositores, ha sido un hombre modesto y
de singular valía, técnico de los más vastos alcances,
admirable director de orquesta, que al frente de la
Filarmónica, fundada por él en 1915, ha hecho una inmensa
labor de propaganda de la música nueva europea y ha
contribuido poderosamente a la renovación del gusto musical
actual. Me refiero a Bartolomé Pérez Casas, de origen
murciano (Lorca, 1893) cuya Suite murciana "A mi tierra",
escrita en un momento en que aún se desconocía en España la
música rusa se anticipa a las novedades de Rimsky Korsakoff,
con un sentido constructivo más firme y más profundo. Esa
Suite murciana, que fue premiada en 1906 por la Academia de
Bellas Artes, junto a la ópera "La vida breve" de Falla,
mereció frases de elogio de Claudio Debussy, cuando Arbós la
dio a conocer en París y más tarde en Rusia y en Italia”. |
Es, por tanto, una pieza no conocida, pero sí
muy reconocida. No obstante, cualquier otra composición musical
de similares características podría ser válida.
El 28 de diciembre muchos estaremos en La Condomina para animar
a la Selección Murciana. Reclamamos que quien tenga que
decidir qué suena después del himno de Lituania no
consiga (una vez más) que muchos sintamos el desconsuelo de ser
murcianos.
(Publicado en "La Verdad" el lunes 12 de diciembre
de 2005)
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