Durante la insurrección cantonalista de 1873 se enfrentaron dos
concepciones sobre cuál debería ser el ámbito territorial del
Cantón
Murciano.
LA CONCEPCIÓN CARTAGENERA
Desde Cartagena se propugnó que el Cantón debía comprender en su
seno todas las localidades de
historia y poblamiento murciana y, de esta manera, aproximarse en sus dimensiones a las
que tenía el reino histórico a finales del siglo XVIII.
Este Cantón
Murciano proyectado por los revolucionarios en Cartagena debería
alcanzar los
siguientes límites: por el norte, hasta Chinchilla (quedando
integrada en él la ciudad de Almansa); por el este, hasta el
Mediterráneo, incorporando así la
Vega Baja del Segura (incluida la localidad de Torrevieja); y por el oeste, todo el norte de la provincia
de Almería. Sin embargo, quedaban fuera del ámbito territorial
proyectado para el
Cantón los partidos de Segura de la Sierra y de Villena, tradicionalmente murcianos.
LA CONCEPCIÓN MURCIANA
Desde la ciudad de Murcia, por su parte, y debido a su condición
de capital provincial, se prefirió que el territorio del Cantón
Murciano coincidiera con los límites
de la provincia de Murcia diseñada en
1833, de tal forma que la Junta capitalina pudiera mantener
su poder sobre las restantes localidades, tal y como hasta
entonces lo venía
haciendo la Diputación Provincial.