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Partido "Cantonal", una denominación espuria

Resulta llamativo que el partido político fundado en Cartagena durante la Transición con la única finalidad de obstaculizar el proceso autonómico de la Región de Murcia se calificara a sí mismo como “Cantonal”, cuando este adjetivo tiene otras connotaciones de reivindicación histórica y política bien diferentes.

Este sector socio-político bien definido de la ciudad de Cartagena, constituido como Partido Cantonal, se adueñó del nombre de una corriente política frontalmente opuesta a sus postulados fundacionales. Esta veleidosa apropiación induce a confusiones en relación con la auténtica esencia de nuestro cantonalismo, nacido en el siglo XIX en torno a la figura de Antonete Gálvez y el Cantón Murciano, del cual Cartagena fue máximo exponente. Denominar a aquel nuevo partido como “Cantonal” resulta un acto de confusionismo y travestismo que, en ese momento, tiene como único objetivo ocultar su verdadero rostro a favor del Estado centralista heredado del franquismo. Antimurcianismo, España-una-grande-libre y el torpedeo del proceso autonómico iniciado con la transición democrática serán los elementos que conformen el verdadero leit motiv de la formación de este partido, como ahora veremos.

El abismo que separa ambos “cantonalismos” refleja a la perfección la curiosa visión de la que solían hacer gala los autoproclamados “cantonales”. Lo “cantonal” no es sinónimo de “antimurciano”, sino al contrario: el auténtico cantonalismo ha sido el movimiento político más murcianista que ha conocido nuestra historia. Ambos “cantonalismos” se encuentran separados por diferencias irreconciliables: federalismo de los verdaderos cantonalistas frente a la defensa del estado unitario que está en la esencia del “Partido Cantonal”, unidad del territorio del antiguo Reino de Murcia frente al provincialismo acorde a un Estado centralista, republicanismo frente a un antirrepublicanismo intestino, etc.
 

¿ Antonete Gálvez, líder de la revolución cantonal de 1873 = Julio Frigard, primer presidente del Partido Cantonal ?


Origen y contexto histórico

El cantonalismo es un movimiento político de corte republicano y federalista, que aspira a dividir el Estado en “cantones”, en una formulación teórico-política similar al modelo suizo de democracia directa, que es intrínsecamente opuesto a las fórmulas centralistas de tipo francés o al Estado monárquico y centralista español.

El movimiento cantonalista en nuestra tierra nació en la segunda mitad del siglo XIX de la mano del Partido Federalista Murciano y con Antonete Gálvez como máxima figura.

El siglo XIX español fue un periodo de fuertes convulsiones políticas nacidas de la falta de una auténtica revolución burguesa en la península, en el que se produjeron numerosos “choques de trenes” entre las concepciones más reaccionarias del absolutismo monárquico y los postulados de quienes pretendían la modernización de unas estructuras económicas y sociales completamente contrapuestas a las concepciones de la Europa de la Reforma y la Ilustración.

Los cantonalistas murcianos lucharon por la reforma de estas estructuras, que sometían a los trabajadores de la tierra a condiciones de expolio completamente feudalizantes (cobro de “rentos”, exacciones fiscales, reclutamientos militares forzosos, etc.)
 

Federalistas murcianos (1873)

Por el contrario, el “neocantonalismo” representado por el Partido Cantonal nació en 1977 en el seno de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Cartagena. Se trataba de un partido promovido por los sectores más reaccionarios y claramente alineados con la extrema derecha de una ciudad condicionada por la presencia durante décadas de un estamento militar que representaba claramente a la facción vencedora de la guerra civil.

Partido Cantonal


Federalismo vs Centralismo

El cantonalismo federalista y republicano del siglo XIX aspiraba a la constitución una federación de cantones autónomos que se integraran en el seno de la República Española. Entre todos ellos, destacó el Cantón Murciano por su importancia y por ser el último en sucumbir ante la embestida de los ejércitos centralistas, gracias a las excepcionales condiciones de defensa de la ciudad de Cartagena.

"Cartagena sitiada por los centralistas" (moneda cantonal, septiembre 1873)

Lejos de esto, el Partido Cantonal nacido en la Transición se mostró contrario a cualquier aspiración regionalista o posible descentralización que supusiese el reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado.

La defensa del modelo franquista de Estado centralizado fue uno de los puntos básicos en la ideología del PCAN desde sus orígenes, e incluso antes. Como prueba de esto, se puede aportar el texto del telegrama que Julio Frigard envió a la Diputación Provincial de Murcia, declinando la invitación de ésta para participar en la "Comisión para el estudio de la problemática de la región de Murcia". En dicho telegrama, manifiesta expresamente el «deseo de no participar Cartagena en regionalismo alguno», por ser «más conforme a nuestros intereses de depender directamente de la Administración central indivisible». En otro lugar, también podemos leer que una de las bases del Partido Cantonal era la defensa de la «unidad total de los españoles».

El Partido paradójicamente denominado Cantonal, con vocación de actuación en todo el Estado español, basaba su discurso en su oposición al naciente Estado autonómico. Y así, durante la Transición, su principal objetivo fue entorpecer el proceso autonómico, y en concreto, el que tenía más a mano, el murciano, al que Frigard definió como «absurdo proyecto de preautonomía regional que nos entrega indefensos a un absorcionismo provinciano que virilmente rechazamos, repudiando convertirnos en un pueblo de pesca de un reino de taifas»; lenguaje iluminista éste, que creará verdadero manual de estilo.

 


Ideologías contrapuestas

El cantonalismo de 1873 defendió los ideales de tierra, patria y libertad, y luchó por una República Federal en una época en que España se debatía entre república y monarquía. Pertenecía a la corriente más modernizadora en contra de las viejas concepciones absolutistas y monárquicas que, hasta el momento y aún muchos años después, serán generadoras de subdesarrollo, pobreza, depuraciones políticas y exilios.

Frente a esta ideología, el Partido Cantonal recogía en sus bases, entre otras, la defensa de «las Fuerzas Armadas, garantía de la independencia del pueblo español» y «la unidad total de los españoles». Ejército y centralismo. Con tal visión, no es de extrañar que pronto encontrara como aliados en su particular cruzada antirregionalista a partidos como Fuerza Nueva, Falange Española, Alianza Popular y el Partido Carlista, a los que Frigard agradeció que no hubieran tenido «participación directa en el proceso preautonómico».

Con tales compañeros de viaje, tampoco sorprende que el PTE afirmara que «el Partido Cantonal asume la conciencia más claramente fascista de Cartagena» o que el político de UCD, Martínez-Pujalte, advirtiera que el PCAN aglutinaba a «lo más reaccionario de la derecha».
 

Miembros del Partido Cantonal con Marta Amigó (representante de Fuerza Nueva)


Bases sociales de distinta procedencia

El movimiento cantonal de 1873 representaba y defendía los intereses de las clases sociales más desfavorecidas del Reino de Murcia frente al ejercicio abyecto del poder político absolutista que, en nuestra tierra, sometía a fórmulas tributarias y de reclutamiento militar absolutamente feudalizantes.

La procedencia social de los integrantes del Partido Cantonal era bien distinta. Como colectivo surgido en el seno de la Real Sociedad Económica, sus militantes eran principalmente comerciantes e ilustrados, que formaban parte de la gran burguesía cartagenera, lejana a las aspiraciones populares.

Como testimonios, podemos citar opiniones de diferentes procedencias del espectro político, como la del PTE, que destacó que el PCAN había «agrupado en torno suyo a la pequeña burguesía urbana de Cartagena que durante los últimos cuarenta años ha aceptado, sin rechistar, las coordenadas políticas del franquismo que han ido minimizando a Cartagena», y la del socialista Martínez Pardo, que aseguró que el provincialismo del PCAN era «una tapadera que encubre los esfuerzos de la alta burguesía cartagenera para evitarse un posible gobierno socialista regional y que se trata de dar al trabajador cartagenero el opio de la provincialidad con la que nada va a salir ganando como clase social y que se está alimentando el encono Cartagena-Murcia para distraer a la clase trabajadora de otras reivindicaciones más importantes y perentorias».

¿Cantón Murciano o Provincia de Cartagena?

Los cantonalistas del siglo XIX, y en concreto, los de la Junta de Cartagena, tenían entre sus pretensiones la de hacer coincidir los límites del Cantón Murciano con los de un territorio superior a la provincia de Murcia, por entender que nuestro pueblo se extendía por un país más amplio, que coincidía en sus coordenadas básicas con las de la Cuenca del Segura.

"El Cantón Murciano", diario oficial de la Federación, ejemplar editado en Cartagena el 13 de agosto de 1873

Frente a esta postura de los cantonalistas cartageneros de 1873, el Partido Cantonal no sólo no concebía una región murciana territorialmente más extensa que la provincia de Murcia (llegando a calificar los intentos de acercamiento como «problemas de anexión»), sino que decidió, en nombre de toda la comarca, que «Cartagena y su campo eran geografía físicamente ajena a dicha región» y que el límite entre ambas se localizaba en la sierra de Carrascoy, limitación que por su brevedad espacial demuestra el carácter meramente localista de la concepción de Frigard, frente a la concepción de "nación ibérica" de los cantonalistas de 1873.


CONCLUSIÓN: Partido "Cantonal", una denominación espuria

En una charla-coloquio celebrada en la Casa de la Cultura de Cartagena el 23 de mayo de 1978, el “cantonal” Bonnet llegó a afirmar que el Partido Cantonal entroncaba directamente con los cantonales de 1873 en lo que al sentimiento ciudadano se refiere.

Teniendo en cuenta que no compartía ni una sola de las ni las ideas de republicanismo, federalismo y cantonalismo, que su concepción sobre el pueblo murciano y sobre Cartagena y su campo eran radicalmente distintas, y que las bases sociales que sustentaban su movimiento no tenían nada que ver con las de 1873, no se comprende muy bien dónde veía Bonnet dicho entronque.

Mientras que los cantonalistas de 1873 quisieron el autogobierno de los murcianos y procuraron la dignificación de nuestras gentes y de nuestra identidad, los cantonales de la Transición hicieron del antimurcianismo su bandera, oponiéndose a cualquier iniciativa que supusiera el fortalecimiento de nuestra conciencia comunitaria y entorpeciendo continuamente nuestro proceso autonómico, con cierto éxito.

Nos encontramos ante la materialización, una vez más, de esa útil herramienta que suponen los localismos exacerbados, en este caso de la ciudad de Cartagena, en contra de nuestro desarrollo como pueblo. El localismo es la mejor palanca de que dispone la concepción centralista del Estado. Y la desnaturalización de nuestras señas de identidad por parte de quienes defienden este centralismo encuentran en este uso espurio del término “cantonal” un resorte perfecto y bien lubricado en contra del desarrollo de la voluntad de nuestro pueblo.

 

 Antonete Gálvez, líder del cantonalismo murciano de 1873 Julio Frigard, primer presidente del Partido Cantonal

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Actualización: 20/03/2007