A comienzos del siglo XIX, se llevó a cabo una nueva división del
territorio de España partiendo de las críticas ilustradas a la
división anterior. Esta división se enmarca en un proyecto de
reordenación del territorio ("plan Soler"), sobre todo, en atención
a motivos de racionalización y simplificación del sistema
impositivo.
Uno de los puntos más importantes de la misma fue la
creación de seis provincias marítimas: Asturias, Santander,
Alicante, Cartagena, Málaga y Cádiz (segregadas, respectivamente, de
León, Burgos, Valencia, Murcia, Granada y Sevilla, provincias todas
ellas muy extensas), mediante Real Decreto de 25 de septiembre de
1799.
De este modo, el territorio murciano quedaba dividido en dos
provincias: MURCIA (con unos contornos similares a los del antiguo
Reino de Murcia, salvo en la franja costera) y CARTAGENA (provincia
de las llamadas "marítimas" que
comprendía los actuales términos de Cartagena, La Unión, Mazarrón y
Águilas).
Se desconoce tanto la ubicación de la raya de deslinde entre ambas
provincias (aunque se cree que ésta coincidiría con la
cordillera que separa la Vega del Segura del Campo de Cartagena),
como el número de partidos en que se dividía la nueva
circunscripción cartagenera.
La elección de Cartagena como capital de una provincia marítima
se debió a la importancia portuaria de la ciudad (asentamiento de
aduanas y centro de recaudación tributaria de gran relevancia), a su
volumen de población (más de 10.000 habitantes, lo que la colocaba
entre las diez primeras de la España de la época) y la existencia de alguna institución con anterioridad a la
capitalidad (así, Cartagena era corregimiento y cabeza diocesana).
Con esta elección se pretendía potenciar el puerto de Cartagena e
impulsar el desarrollo de una zona económicamente deprimida y
escasamente poblada, como era el Campo de Cartagena.
Sin embargo, la provincia marítima de Cartagena desapareció en 1805, siendo la
única de las creadas en 1799 que no se mantuvo en las divisiones
y proyectos posteriores hasta la definitiva de 1833.
¿Qué razones
llevaron a su supresión? A este respecto se han señalado dos circunstancias que
debían concurrir en todas las provincias marítimas y que en
Cartagena no se daban:
1) Las ciudades elegidas capitales (excepto Oviedo) eran puertos de
importancia; así, Cartagena. El problema es que se pretendía que cada
una de estas ciudades portuarias vertebrase tras de sí un amplio territorio (p.ej.
Santander respecto de la Montaña). Sin embargo, el territorio
de Cartagena eran demasiado estrecho, por lo que no se podía predicar tal
cualidad de esta provincia.
2) Todas las nuevas provincias
marítimas ellas fueron segregadas
de otras muy extensas; así, Cartagena respecto del Reino de
Murcia. Ahora bien, las demás capitales se encontraban muy alejadas
de sus antiguas capitales (Oviedo de León, Málaga de Granada,
Alicante de Valencia,...), a más de 100 km, circunstancia que no se
producía en el caso de Cartagena, separada de Murcia por escasos 50
kilómetros. Tampoco había
ningún accidente orográfico de relevancia que las separara (frente a
la Cordillera Cantábrica, en el caso de Oviedo y Santander; o las
Sierras Subbéticas, en el de Málaga).
Desde la época romana hasta nuestros días, ésta ha sido la única
ocasión en la que Cartagena ha encabezado una provincia. Dicha
provincialidad duró seis años, acabando pues en 1805. Sólo en 1821,
se produjo una efímera reaparición de esta provincia marítima de
Cartagena, por Decreto de 29 de
junio, si bien, desapareció nuevamente meses después con la nueva
división de Cortes de 1822. Por tanto, cuando en 1833 se creó la
provincia de Murcia, y Cartagena quedó incluida en ésta, no hubo ni
supresión ni anulación alguna de una provincia cartagenera, sino que
se produjo una mera continuación de la situación anterior.
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