Cincuenta años después de la aventura cantonalista, Murcia resucitó,
al igual que lo hicieran el País Vasco y Cataluña principalmente,
sus viejas aspiraciones de autonomía, no por menos manifestadas
menos latentes. La iniciativa, en plena "dictablanda" del General
Primo de Rivera, se debió a José Ibáñez Martín, catedrático,
presidente de la Diputación, futuro diputado en las Cortes de la
República y andando el tiempo perdurable ministro de Educación bajo
el régimen de Franco. Durante el año de 1923 se produjeron en el
Ayuntamiento de Murcia destacados pronunciamientos, siendo los más
importantes el del 9 de noviembre y el del 5 de diciembre.
El pronunciamiento del 9 de noviembre de 1923, según acta de
la sesión, manifestaba, entre otras cosas:
«El señor Alcalde-Presidente [Fernández
Velasco] se dirige a la Corporación manifestando que la
Prensa de estos días viene insistentemente tratando de un
supuesto proyecto administrativo que suprimirá las
provincias, sustituyéndolas por regiones. Oficialmente nada
se sabe, pero puesto que ya algunas ciudades se han lanzado
a la propaganda, Murcia no puede abandonarse y esperar».
«El proyecto de que se habla no tiene, desde luego, nada de
absurdo. La multiplicación y rapidez de los medios actuales
de comunicación permiten reducir mucho estos organismos
interpuestos entre el poder central y los poderes locales».
«Por otro lado esa reforma viene prejuzgándose desde tiempo
después de implantarse la vigente división provincial.
Realizada ésta por el real decreto de 30 de noviembre de
1833, en 1847 don Patricio de la Escosura implantaba por
decreto otra, según la cual, la nación se dividiría en once
gobiernos generales, división que se suspendió en el mismo
año. Posteriormente, el 1884, surgen dos intentos de
reforma: una, en enero, de Moret, que creaba quince
regiones, y otra, en diciembre de Romero Robledo, sólo que
en ésta la llamada región se interponía entre municipios y
provincias. Silvela, en 1891, quiso también crear la región,
la cual vino a encontrar una posible fórmula jurídica en el
decreto de 1913, referente a mancomunidades provinciales».
«La base de creación de estas regiones parece que haya de
estribar en antecedentes históricos y geográficos que
requieren ser bien analizados e interpretados, pues es
sabido cómo el conocido escritor catalanista señor Rovira y
Virgili pone justamente como límite de Cataluña el río
Segura, abordando absorber en aquella región la mitad de la
murciana».
«Ésta se encuentra bien caracterizada histórica y
geográficamente, desde el primer punto de vista, sus
poblaciones se encuentran perfectamente individualizadas ya
siglos antes de Jesucristo; durante la dominación árabe
constituye un reino independiente, y al ser conquistado por
don Alfonso se une el de Murcia al de Aragón y Castilla,
bajo una unión personal, tres reinos y un monarca. Todavía
durante el siglo XIX fue respetada así la región; en la
Constitución de Cádiz se cita a Murcia como uno de los
elementos constitutivos de la nación y es sabido que esta
mención se incluía en la promulgación de las antiguas
leyes».
«Geográficamente se define con sencillez esta región:
comprende la cuenca del Segura, desde su nacimiento hasta su
desembocadura. Así entendida, deberán pasar a la región
murciana ciudades hoy fuera de su provincia, tal sucede con
Orihuela, la cual lleva su historia unida a la de Murcia y
su geografía es la misma».
«Nos asiste un perfecto derecho para que lo defendamos y
produzcamos en la opinión publica el ambiente necesario en
favor de nuestra región y para ello cuenta con la
autorización del Ayuntamiento».
«El señor Viudes propone y el Ayuntamiento acuerda por
unanimidad felicitar al señor Alcalde-Presidente por su
notable discurso, dándole un expresivo voto de gracias y
autorizándole para que lleve a efecto cuantas gestiones
conducentes al objeto por el propuesto y consecución de los
fines por todos apetecidos».
«El señor alcalde expresa su gratitud a la Corporación y
hace notar que habiendo de asistir el Ayuntamiento a saludar
a Sus Majestades, al paso de éstas por la estación -de
regreso para la Corte- de la vecina ciudad de Cartagena, en
la tarde de hoy, y siendo avanzada la hora, proponía se
diese por terminada la sesión, y el Ayuntamiento así lo
acordó, siendo las diez y ocho horas y quince minutos, de
todo lo cual se extendió la presente acta, que yo, el
infraescrito secretario, certifico». |
El segundo gran pronunciamiento fue el del 5 de diciembre de 1923,
en el que Ibáñez Martín, mediante la lectura de un documento en la
sesión del Ayuntamiento de Murcia, solicitó la formación institucional
de lo que llamaron "Región Murciana", aportando argumentos
culturales e históricos a favor de la creación de
instituciones que representasen al pueblo murciano. Asimismo, se
proponían por integrantes de esta Región, por pertenecer a una misma cultura, las
provincias de Murcia y Albacete, y las localidades de Torrevieja,
Orihuela, Dolores, Huéscar, Siles, Puebla de Don Fadrique, y los
pueblos almerienses de la margen izquierda del Almanzora.
En referencia a este manifiesto, ampliamente difundido por todo el
Sureste, José Antonio Ayala afirma que «Era aparentemente una
simple solicitud pidiendo la capitalidad para Murcia de la región
murciana, si se creaba dicha región», tras haberse hecho eco de
algunos artículos de periódicos catalanes sobre los propósitos de
Primo de Rivera de dar a las regiones toda la fuerza y toda la
libertad compatibles con la existencia de una unidad estatal.
El documento de Ibáñez Martín tuvo poca efectividad. No obstante, es de gran interés, por cuanto expone
las poderosas razones históricas que avalaban la reinstauración de
una región murciana; y atendido no sólo a este argumento sino
también a factores geográficos y económicos, se consideraba en él
que la columna vertebral de dicha región debía ser el río Segura al
que se definía como «el lazo natural más sólido entre todos los
pueblos de la cuenca».
No era un momento especialmente propicio para el regionalismo, pero
parece que nos gusta nadar contra corriente.
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