A principios de octubre la prensa daba la noticia de la presentación
a los medios de comunicación de un nuevo partido político de
carácter regional y veremos si regionalista. La noticia, en
principio, puede resultar ilusionante, aunque conlleva evidentes
riesgos de tropezar otra vez en las mismas piedras que han tropezado
iniciativas similares en el pasado.
Los precedentes de proyectos como los de
Unión Democrática de la Región de Murcia o los de la aún non
nata Unión Murciana terminaron todos en una experiencia frustrante,
tanto para los promotores de esas ideas como para la sociedad a la
que iban destinadas. De entre ellas, podríamos destacar la del
Partido Murcianista, que fue quirúrgicamente desmontado en una
operación que aún no tienen clara ni siquiera las personas que
estuvieron muy cerca de la dirección de aquella iniciativa
(dedicaremos a este evento un artículo específico).
El hecho de que no exista en la Región de Murcia ningún instrumento
político capaz de llevar la voz de la sociedad murciana a las
instituciones tiene que ver tanto con los elementos de
desmovilización patológica de los murcianos como con las erróneas
estrategias y metodologías que las anteriores iniciativas
regionalistas llevaron a cabo.
Es por eso que recae en los promotores de las actuales propuestas de
formación política una responsabilidad doblemente cargada: tienen
que ser capaces de adoptar la transparencia y corrección que exige
una alternativa como la que proponen; con la dificultad añadida de
no partir de cero, sino de mucho más abajo, por esa frustración que
sus predecesores dejaron sobre todo en los sectores sociales cuya
sensibilidad hacia su tierra les inspira la necesidad de un
instrumento como un partido político no sometido a intereses ajenos
a nuestro país.
Cualquier partido político que nazca con esta vocación de
representación neta de la voz de los murcianos debe poseer un
armazón teórico-político sólido, y ser capaz de expresarlo con
claridad, para que pueda ser asumido por personas que, teniendo la
sensibilidad de afirmación de su tierra, necesiten encontrar una
construcción teórica objetiva que sea el pilar de ese sentimiento.
Esta construcción teórico-política debe formar parte de los
propósitos fundacionales de esa fuerza política, ya que sin ella
quedaría en un mero intento folclorista llevado a la política. El
sentimiento es importante, pero es imprescindible el esfuerzo de
abstracción y teorización ideológica.
Desde JARIQUE pensamos que un partido de corte
regionalista/nacionalista debería formular como objetivo: EL
REPLANTEAMIENTO COMPLETO DE NUESTRO HECHO AUTONÓMICO. No
olvidemos que es desde la promulgación del Estatuto de Autonomía
cuando los murcianos tenemos personalidad jurídica como pueblo.
El desarrollo e incluso la reforma profunda del Estatuto de
Autonomía de la Región de Murcia no va a ser suficiente para
configurar al sujeto político, ya que hasta ahora lo único que se ha
conseguido es crear una burocracia opaca a la sociedad. Se hace
necesaria una auténtica construcción constitucional que debe
apoyarse en dos pilares fundamentales:
- La difusión y formulación de una CONCIENCIA HISTÓRICA. Una
formación regionalista/nacionalista debe apoyarse de forma unitaria
y sintética en aquellos episodios históricos que forjan la identidad
murciana, de los que la sociedad no tiene prácticamente ningún
conocimiento.
- La difusión y formación de una MEMORIA CULTURAL, cuyo eje
fundamental es la recuperación de nuestra lengua como forma más
íntima de concepción del mundo de los murcianos; asimismo la
literatura y el resto de manifestaciones artísticas y etnoculturales.
Ese partido regionalista/nacionalista debe concebir claramente que
nuestro desarrollo como pueblo no puede basarse exclusivamente en el
diseño de una entidad jurídica, sino que precisa de la formulación
de esta CONCIENCIA CULTURAL que hemos descrito.
MEMORIA para comprender y conocer nuestro PASADO
CONCIENCIA para forjar y definir la
identidad que debe poseer cualquier grupo humano,
y así comprender y conocer nuestro PRESENTE
PROYECTO intelectual y político
para poder decidir y elegir nuestro FUTURO
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El nuevo partido político debe además enfrentarse y plantearse como
objetivo la superación de un tremendo escollo: la alarmante
pasividad civil e intelectual del nuevo sujeto político, la CARM, en
cuanto a la definición de su futuro.
Se enfrenta además a un momento político que neutraliza en gran
medida nuestras posibilidades de futuro, pues a los errores e
indefiniciones del pasado hay que añadir la situación actual de
involución de las libertades democráticas, la corrupción, el
debilitamiento de Estado de Derecho y, al final, la sustracción a la
sociedad civil de su participación en el diseño de su propio futuro,
para el que se están demostrando inútiles los actuales partidos
(estatales), que son el medio de participación política por
excelencia. A esto hay que sumar el papel de los medios de
comunicación regionales.
Toda esta situación nos trae como resultado una auténtica
banalización de lo murciano, así como una neutralización de su
perfil histórico. La CARM y los partidos políticos estatales juegan
un papel de administradores de la inconsciencia murciana.
Frente a todo este proceso de trivialización se hace imprescindible
una alternativa de análisis y reflexión en cuanto a la construcción
de nuestra identidad para poder definir e iniciar un proceso de
crítica y cambio, que vaya más allá de meras técnicas mediáticas y
de marketing y se aleje de las simples inducciones al comportamiento
en que se basan las técnicas publicitarias.
En definitiva, su programa debe tener como base una ampliación de
conciencia que tiene que apoyarse por otra parte en una redefinición
del multiculturalismo de los murcianos (recordemos cómo la
exposición “Huellas” sólo se basaba en la vertiente castellana y
cristiana).
Ese partido debe proponer la apertura a esas memorias (histórica y
cultural), hasta ahora deprimidas y reprimidas, que nos haga superar
ese estado de inconsciencia que impide nuestro desarrollo.
El estado de consciencia al que debemos tender debe tener como base
el reconocimiento de nuestra historia multicultural,
multilingüística y multirreligiosa (tan forjador de lo murciano es
Alfonso X como Ibn Arabí). También debe basarse esa consciencia en
una crítica clara del absolutismo y del colonialismo y en una
defensa de la soberanía y de la igualdad social. En resumen, una
reformulación de los valores emancipadores de la Ilustración frente
a la crisis intelectual de nuestro tiempo.
Como conclusión, cabe destacar de las iniciativas susodichas el
mérito y la capacidad de riesgo de sus promotores, que ponen sobre
el tapete todo su prestigio personal, profesional y, en algunos
casos, económico, en el desarrollo de unas iniciativas que
consideran útiles para sus conciudadanos, y en las que
inevitablemente creen desde el momento que dan un paso tan complejo
y arriesgado como la formación de un partido político.
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