A mediados de los 90, con la caída de los “gobiernos torpes” del
PSRM-PSOE, la sociedad murciana recuperaba, en cierto modo, alguna
ilusión. La entrada del Partido Popular en las instituciones
murcianas suponía un cierto cambio de aires frente a un modelo
agotado, el del PSOE, cuyos únicos logros fueron la impresión de
atractivos folletos. Se iniciaba un cambio -teórico- de orientación,
a cuyo ocaso estamos asistiendo, y del que podemos concluir que no
nos ha llevado absolutamente a nada. El paso del Partido Popular por
las instituciones murcianas no ha traído sino más frustración a
una sociedad que tiene francamente mermadas sus capacidades de
participación democrática.
La Comunidad Murciana, junto con la Valenciana, se ha convertido
durante estos doce años en baluarte de un modelo depredador
de recursos naturales, en absoluto renovables, que generan un
aparente beneficio social, pero que suponen la destrucción de
nuestra identidad y nuestra cultura, de nuestro medio ambiente, y
cuyo beneficio será exclusivamente para las compañías constructoras
madrileñas y la gran banca, que exprimirá con sus intereses a las
familias murcianas durantes las próximas decenas de años. Es el
modelo del “Agua para Todos”, un eslogan emponzoñado que
simplemente oculta una posición visceral en contra del Estado de
las Autonomías.
Otras acciones emprendidas por el actual gobierno autonómico que, en
teoría, deberían servir para la recuperación de lo que el profesor
Ibarra llamó “nuestra historia deshecha” (Televisión
Autonómica, competencias educativas, Policía Autonómica) sólo han
contribuido a profundizar en este antiautonomismo, mediante una
banalización de lo murciano, que está llevando a la progresiva
destrucción de nuestra identidad.
El modelo Valcárcel se encuentra francamente deteriorado y encuentra
ya en la sociedad civil murciana abiertas posturas de contestación.
Es un modelo agotado que parece no dejar otra alternativa a la
sociedad murciana que el cambio que dice ofrecer la otra gran
multinacional política que opera en nuestra tierra: el PSOE.
Si después de estos años se ha podido comprobar que la ilusión por
el cambio de la sociedad murciana de mediados de los 90 se ha visto
frustrada, el panorama que nos encontramos ahora produce aún más
perplejidad: la presión de determinados grupos de interés en contra
del actual gobierno, que no aspiran sino a reponer en el poder al
mismo grupo político al que habían hecho caer doce años atrás.
La cuestión es sencilla. Nos encontramos ante el funcionamiento
claro de un SISTEMA CACIQUIL del que nuestra tierra no ha
conseguido liberarse. Simplemente hay un cambio de nombres: los
entonces “Partido Conservador” y “Partido Liberal” se
llaman ahora “Partido Popular” y “Partido Socialista”.
Por lo demás, la situación es idéntica a la que dominó los primeros
años del siglo XX.
De este sistema caciquil son colaboradores necesarios e
indispensables los grupos de comunicación, siempre al servicio
del gobierno, muy cuidadosos de no morder la mano que les da de
comer.
El sistema caciquil es corrupto en esencia y una nueva
alternancia dirigida por los mismos grupos de interés no va a
significar en absoluto ningún cambio, sino una simple mano de
pintura, que permita la ejecución de las mismas políticas
meramente oportunistas y del instante. El ejemplo evidente de que
nos encontramos en un auténtico círculo vicioso nos lo da el
discurso empleado por uno u otro grupo político, según quien sea el
que detenta el poder. Mientras el PP acusa a los gobiernos
municipales de Los Alcázares o Lorca (PSOE) de corrupción
urbanística, el PSOE hace lo propio con los de Murcia ciudad o
Cartagena (PP); y todo ello, con situaciones extremadamente
exóticas, como la de Alhama de Murcia.
Los síntomas claros de agotamiento del modelo Valcárcel dejan
entrever cómo vuelven a moverse los hilos para que se produzca una
alternancia que provoque el clásico “cambiarlo todo para que nada
cambie”.
La sociedad murciana debería dar un paso adelante y ser capaz de
romper con el bipartidismo impuesto por un caciquismo que domina en
nuestro país desde más de un siglo y medio. Un paso adelante que
supusiera hablar en primera persona, participar en la configuración
de los elementos que definan su futuro, superando la actual
indefinición y abriendo las puertas de las instituciones que, hasta
ahora, uno y otro partido han convertido en una mera burocracia
opaca, absolutamente de espaldas a la sociedad que dicen representar
y para la que en teoría trabajan.
La situación en la actualidad es bastante difícil, sobre todo,
porque el sistema electoral impide la penetración de otros puntos de
vista en nuestras instituciones. Por ello debería plantearse como
objetivo para los próximos comicios autonómicos de 2011 el cambio
de las reglas del juego que posibiliten la entrada de nuevas
voces en el Parlamento murciano y en los Ayuntamientos de nuestra
Comunidad. Debe superarse de una vez el miedo al parlamentarismo.
« […] entregar palabra y voto al partido
que les prometa mayores bienes y más duradera influencia,
porque la corrupción que cae de los gobiernos sobre los
comicios, sube en vapores pestilentes, de los comicios a los
congresos y de los congresos a los gobiernos y con sus
letales miasmas a todos los ahoga». |
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