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Nuestra tierra se llama MURCIA. En la actualidad,
se halla constituida en una Comunidad Autónoma cuyo nombre oficial
es Región de Murcia. Pero antes de 1982 también se la conocía
como Región Murciana, y ello porque durante toda la Edad Moderna
había existido un Reino, llamado de Murcia, que, a su vez, traía
causa de otro musulmán de igual nombre. Como se puede observar, la
denominación de nuestro país responde a un topónimo nacido en la
Alta Edad Media y que se ha mantenido hasta la actualidad a lo largo
de más de once siglos y en los más dispares contextos históricos.
La razón de que el Reino adoptara la denominación
"Murcia" se
encuentra en que éste era también el nombre de su ciudad capital,
Murcia. En el año 825, el califa Abderramán II ordenó la fundación
de una nueva ciudad a orillas del río Segura para pacificar una
guerrilla tribal y reforzar el control sobre la cora de Tudmir, con
la intención asimismo de que la nueva urbe se convirtiera en su
capital. Puede decirse que Murcia fue una ciudad construida para ser
capital del país, un país que, sin embargo, acabaría adoptando el
nombre de su capital. De esta forma, la “cora de Tudmir” pasó a
llamarse “Reino de Mursiyya”, manteniendo tal denominación tras la
conquista cristiana posterior (“Reino de Murcia”).
Esta mutación nominal no fue exclusiva de Murcia: otros muchos
reinos nacidos en la Edad Media, como el nuestro, recibieron su
nombre del de su capital, sobre todo, los “reconquistados” (reino de
León, de Valencia, de Toledo, de Sevilla, de Córdoba, de Murcia, de
Jaén, de Granada). La creación de la entidad “Andalucía” supuso la
eliminación de los nombres de cada uno de sus reinos integrantes,
pero en los demás casos la inexistencia de denominaciones
alternativas aconsejó el mantenimiento del nombre tradicional del
reino. Éste es el caso de Valencia (hoy, “Comunidad Valenciana”), de
León (hoy, junto a tierras castellanas, Castilla y “León”),… y de
Murcia (hoy, “Región de Murcia”).
En conclusión: somos “murcianos” porque habitamos Murcia, la Comunidad
Autónoma de la Región de Murcia, heredera directa y continuadora del Reino de
Murcia, ente político, social y cultural que aglutina a las gentes de nuestro país.
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Origen del topónimo "Murcia" |
El origen del
topónimo del país (Murcia) es el origen del de su capital, pues
aquél tomó su nombre de ésta; por tanto, para conocer el origen del
nombre de uno, hay que analizar necesariamente el de la otra. No hay
una unidad de criterio en la doctrina histórica acerca de la
etimología de la denominación “Murcia”. Respecto de ella se han
venido articulando distintas tesis, de entre las que cabe destacar
las siguientes:
1) Del árabe “Mursah”,
fortificado
Se dice que cuando se fundó Murcia lo más significativo fue lo
impresionante de su fortificación. La ciudad fue monumental,
excelentemente amurallada (noventa y cinco torres coronadas de
almenas y matacanes), con un planteamiento arquitectónico de los más
avanzados del momento. De hecho, el cronista catalán Ramón Muntaner,
al narrar el sitio de Murcia por el ejército de Jaime I, la define
como «ciudad muy noble y honrada y muy fuerte, casi la mejor
amurallada que haya en el mundo». Igualmente, el licenciado
Francisco Cascales, describe la muralla como «muy alta y muy fuerte,
hermosa, con muchos torreones, levantada para defensa de ataques
enemigos, protección de riadas y epidemias».
Esta hipótesis parece la más fiable, si tenemos en cuenta la
fundación omeya de la ciudad y los nulos precedentes existentes
sobre el solar que se construye la misma. La dinastía omeya de Al
Andalus era arábigoparlante, al igual que los funcionarios que
debieron desarrollar el proyecto que financió el emirato cordobés.
2) De la divinidad latina
“Venus Murcia”
A partir del siglo II a.C., cuando los dioses romanos empezaron
a confundirse con los griegos y a ser sustituidos por ellos, Venus y
Afrodita se confundieron adoptando Venus el carácter de Afrodita. No
obstante se siguió adorando a una especie de variante latina bajo el
nombre de Murcia (de mulcere, tocar). Se pretende dar este origen
latino por haberse elegido para la ubicación de la nueva ciudad un
paso del río (no está claro si con puente o sin él), de origen
romano, y que podría haber estado dedicado a esta divinidad.
3) De “Myrtia”,
lugar abundante en mirtos
Otra teoría defiende que la ciudad recibiría el nombre de “Myrtia”,
por haber sido fundada en terreno ricamente poblado de arrayanes
(mirtos), a los que cantó el poeta cartagenero Al Qartayanni, que
fue un enamorado de la Madinah Mursiya.
4) De “murcio”,
pantanoso
Se ha defendido también la posibilidad de que el nombre de la
ciudad haga referencia a la disposición que ofrecían las aguas del
río a su paso por donde habría de levantarse la futura capital: un
lugar de aguas “murcias” o retenidas, pantanosas. Éste sería el
origen del topónimo de la localidad catalana Aiguamúrcia.
5) Del hebreo “Morsayas”
El estudioso del mundo judío J. Pardo considera que, a pesar del
origen árabe de la ciudad, ésta estuvo poblada anteriormente por
judíos, de ahí que su denominación sea de origen hebreo: “Morsayas”
(mor y sayas) > Morsiag > Morsia > Murcia (Dios, el orfebre).
Murcia, un topónimo repetido y
ambiguo |
Por las
razones explicadas, el nombre "Murcia" ha venido durante
siglos siendo común al territorio hoy constituido en Comunidad
Autónoma (como antes en provincia y Reino) y a la ciudad que
ostenta su capitalidad. Esta dualidad toponímica ha tenido
especial protagonismo entre las circunstancias que motivan la
debilidad de nuestra conciencia regional y nacional.
“Si en la gestación y en la condición
fronteriza del reino de Murcia estriba el principal
fundamento de esa tendencia a la disgregación ínsita en la
sensibilidad colectiva de las distintas comarcas que antaño
-y hasta décadas muy recientes- formaron tal reino, bueno
será no perder de vista […] el hecho de que el mismo
topónimo haya designado a través de la historia y hasta
la actualidad al reino, a la provincia, a la comunidad
autónoma y a su capital. La identificación del nombre de una
región o Estado con el de su capital es circunstancia
propicia a malentendidos y a reacciones contradictorias,
locales o de campanario, entre los ciudadanos; es muy
posible que si los leridanos tuvieran que llamarse
genéricamente barceloneses, los vigueses santiagueses, los
gijoneses ovetenses, los turolenses zaragozanos o los
granadinos sevillanos, la coherencia regional no fuera tan
consistente como lo es actualmente en Cataluña, en Galicia,
en el Principado de Asturias, en Aragón o en Andalucía. Si
no falla mi memoria, creo que ninguno de los Estados Unidos
lleva el nombre de su respectiva capital; igual observación
cabe hacer con los Estados alemanes (con la excepción de las
clásicas “ciudades libres” de la tradición imperial, como
Hamburgo o Bremen) e incluso con la toponimia de los
departamentos franceses. En cuanto a España se refiere,
sólo Valencia comparte con Murcia la identidad toponímica
entre la región y su capital. Pero, repitámoslo por
última vez, en el reino de Valencia no se ha dado esa otra
circunstancia fronteriza ni la tradición centrífuga
constitutiva del reino de Murcia.
En el caso de nuestra Región, la identidad toponímica -y,
consiguientemente, la ambigüedad gentilicia- entre región y
capital puede haberse manifestado nociva, a mi manera de
ver, en dos niveles de esa sensibilidad social que respalda
y consolida lo que he llamado antes conciencia de comunidad.
Por una parte, la identidad de topónimos ha podido alimentar
en la conciencia -o en el subconsciente- de los murcianos de
la capital cierta tendencia a identificar la ciudad de
Murcia y el emporio de riqueza que la circunda con el reino
o la región que lleva su mismo nombre. Identificación de
la parte con el todo -de la ciudad y su entorno con el
reino o la región de que es cabeza- que quizá pueda
contribuir a explicar la sorprendente indiferencia con que
se ha presenciado desde la capital del reino la secular
desintegración de este último, difícilmente imaginable en
otras regiones”. |
José Mª Jover Zamora
Prólogo de "La autonomía de Murcia" |
No obstante, y a pesar de lo expuesto por este
historiador, la coincidencia toponímica entre país y capital puede encontrarse
en otros lugares del mundo. Luxemburgo, México,
Mónaco, Guatemala o Singapur dan buena prueba de cómo es
posible conjugar esta dualidad toponímica para evitar confusiones y
ambigüedades.
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