«Creo que en el habla de un pueblo se
refleja poderosamente su alma. En el habla dulce de mi
tierra, con alegre bullir, como el agua pura, de una fuente,
fluye el alma sencilla…». |
«Es propio de hombres de cabezas
medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la
cabeza». |
Las lenguas son medios de comunicación y expresión,
así como de aprehensión intelectual de la realidad. Con ellas se
vehiculan los intercambios de formas y concepciones del mundo.
Nuestra lengua murciana atesora nuestra más íntima forma de ver y
concebir esa realidad. Pero está desprestigiada, infamada,
adulterada y en claro peligro de extinción. Y éste es uno de los
principales gérmenes de nuestra patológica pérdida de identidad.
A esta situación de holocausto cultural han contribuido por activa y
por pasiva los que desde nuestra tierra levantan su espada de
ortodoxia y custodia contra los que defendemos las palabras con las
que nos arrullaron nuestras madres, con las que se hablaron de amor
nuestros abuelos, y en definitiva, la forma en que nuestro pueblo ha
expresado siempre sus inquietudes, su fe, sus desengaños, como
reflejo de su estructura de pensamiento.
Estos aduaneros nuestros, instalados en la filología más rancia,
actúan como los viejos inquisidores. Son vigilantes siempre en
disposición de ajusticiar cualquier felonía léxica, condenando como
inexistentes las palabras heredadas de nuestro pasado, actuando al
modo que lo hacen sus amados y emulados superiores de sillones más
fulgurantes con las palabras heredadas del quechua o con la actual
cruzada contra el spanglish, como si éste fuese una nueva
"algarabía" de moros que sofocar.
Nuestros retóricos de la lengua española arrastran lo peor de la
herencia del nacional-catolicismo. Son los idearios nacionalistas de
la España ortodoxa, perpetua y honda, que han ignorado durante el
siglo XX la prohibición y hostigamiento del árabe y el hebreo (las
auténticas lenguas cultas hasta el siglo XV), que olvidan también la
manipulación de las lenguas históricas de América, así como la
prohibición y acoso de las lenguas peninsulares, como final de un
excesivamente largo procedimiento colonizador.
Y este aduanerismo filológico es también expresión auténtica de una
índole cultural que no ha traído otra cosa que atraso humanístico,
científico y político que, asociado a la lengua española, ha asolado
tanto el solar ibérico como el resto de colonias hispánicas.
Los enemigos furibundos de la lengua murciana defienden esa misma
índole cultural que, a lo largo de los últimos tres siglos, sólo ha
logrado y generado sistemas políticos absolutistas y dictaduras, una
sociedad civil amordazada y unas expresiones intelectuales truncadas
siempre al final por persecuciones, genocidios políticos y exilios.
Son la expresión a nivel murciano de esa índole cultural generada
por el predominio de la Inquisición en la vida intelectual hasta
comenzado el siglo XX, de esas cercenaduras teológicas a la reforma
ilustrada, de la ausencia de una auténtica revolución burguesa y del
largo silencio de las ciencias y humanidades que llega hasta
nuestros días como su más inevitable secuela.
Pero el panorama que les espera no es nada pacífico para sus
catecismos, hasta ahora eficazmente impuestos.
La sociedad civil murciana empieza a despertar de la narcosis que
impuso la Reconquista, y pretende escribir de su puño, su propio
futuro. Recuperando su identidad y redimiendo su autoestima como
pueblo. Expresión de esto es la auténtica "Renacencia" del
empleo literario de nuestra lengua que va a volver sombrío el
escenario de nuestros inquisidores y aduaneros locales, de la misma
forma que acontece con el renacimiento literario de algunas lenguas
históricas de la América Latina, sobrevivientes en durísimas
condiciones al dominio del español, en circunstancias completamente
análogas a las de nuestra lengua murciana.
Tinemos güenos motigos
pa esprefollarnos en nuestra llengua.
No nus da regomello
platicar n’aquestas parablas.
Son la enza e mais alzarie,
l’arbullo e noestro terraje.
Er mais empinao desprese
der rolde e los argares.
[…]
Manque los salvapatrias
e los espelecha-curturas
dimprecien nuestros raijos
escuándose’n sus cencias,
¡aquí habemos murcianicos
y murcianicas e dinamita
qu’esclatamos en rebeldía
platicando en nuestra llengua!
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Er Tabardillo
"Soflama Murciana" |
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