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En Murcia, el asunto del tren es que clama al cielo (o al infierno
que supone). Tenemos el peor posible de los trenes, si
tenemos en cuenta:
• Que el ferrocarril puede ser de vía doble o
sencilla: en Murcia NO HAY UN METRO DE VÍA DESDOBLADA.
• Que la tracción puede ser diesel o eléctrica: EN MURCIA NO HAY UN
METRO DE VÍA ELECTRIFICADA.
• Que el control de circulación puede ser automatizado: EN MURCIA
CONSERVAMOS ESE PERSONAJE DE AGATHA CHRISTIE QUE ES EL FACTOR.
A esto hay que añadir el castigo y las cicatrices urbanísticas
que suponen los trazados de acceso a nuestras principales ciudades,
donde RENFE no ha invertido una peseta, a no ser que, como en el
caso del Barrio Peral de Cartagena, la presión social les haya resultado
insostenible por causa de los arrollamientos de personas. Así, Cieza,
Lorca, Cartagena o Murcia ven limitadas sus posibilidades de planeamiento
urbanístico racional y de futuro por los muros-de-Berlín de RENFE.
Mientras tanto, los Euromed se quedan en Alicante. Y esto
además nos suena. Nos suena porque recuerda el asunto de la
autopista A-7. Esta vía, cuando se construyó, recorría todo el
Mediterráneo hasta Alicante. Y ahí se quedó y tardó después
veinte años en llegar desde esa ciudad hasta Murcia, de la que
sólo la separan 75 km. ¿Y que pasó? Pues que la Diputación
alicantina no se ruborizó un pelo en exigir que se quedase ahí. ¿Y
nuestros políticos que dijeron? Pues nada, vaya a ser que fuesen a
caerles mal a alguien en Madrid. Y el litoral valenciano conoció un
desarrollo de la industria del turismo que le ha llevado a que, por
ejemplo, la comarca de Denia sea una de las que más renta per cápita
tenga de toda la península.
Nuestro vecinos valencianos siempre
han usado la Vega Baja de tapón. Y sus vericuetos viales, con
sus interminables atascos veraniegos, hacen que sólo los más
decididos aventureros lleguen hasta las costas murcianas. De hecho,
se tarda lo mismo de Peñíscola a Villajoyosa que de Villajoyosa a
Torrevieja en verano. A la Costa Cálida sólo llegan los que van
decididamente a hacerlo. Si se despistan volverán a ver el mar en
Vera, una vez atravesada la Región de Murcia, donde ni siquiera
habrán dejado una peseta, porque por no haber no hay ni áreas de
servicio (esto anuncia que la A-7 de Alicante a Murcia, más pronto o
más tarde, será de peaje). Recordemos que la autopista Cartagena-Crevillente
(mal llamada Cartagena-Alicante) tiene un trazado que beneficia más
al triangulo Alicante-Elche-Santa Pola, que a la Costa Cálida, a
donde sólo llegan aquéllos cuya diligencia planificadora les haya
permitido decidir la visita. El trazado de esta autopista está más
en función de llevar a los madrileños a Torrevieja, que de suponer
una continuación de esa vía de gran capacidad a lo largo de la costa
mediterránea peninsular.
¿Y el tren? Pues eso. Se vuelve a repetir
la historia de la A7. El moderno transporte ferroviario vuelve a
quedarse en Alicante. Una vez exprimido y desarrollado, entonces
quizá llegue a Murcia. Hace unos años, aún cabía pensar que la
promesa del Euromed hasta Almería, con ocasión de los Juegos del
Mediterráneo de 2005, podía fructificar... pero después de
celebrados éstos sin ningún movimiento en tal sentido, mucho nos
tememos que el Euromed va a tardar algún que otro añico en llegar a
Murcia.
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