Cuando una Región tan definida como la Región
Murciana se dispone decididamente a que su identidad sea reconocida,
hay un primer aspecto –su delimitación territorial- que no puede
soslayarse (…). Un marco para una Región, la Región Murciana, es y
debe ser la primera demanda de nuestro Estatuto de Preautonomía,
porque, en cierto modo, de la integridad territorial, depende ser o
no ser (…). Sin afanes expansionistas ni anexionalistas, Murcia no
debe renunciar a lo que es murciano, ni debe abandonar a las
comarcas que tiene las mismas afinidades y participan de la misma
problemática. El expansionismo y el anexionalismo lo practican las
regiones que ciegamente basan su delimitación en la división en
provincias. División que históricamente ha venido recibiendo la más
dura crítica de los sectores más responsables de España. […]
Desde la experiencia de un conocimiento directo de nuestra
Región, he llegado a la misma conclusión que obtendríamos analizando
la cartografía confeccionada por la Real Sociedad Económica de
Amigos del País. Así, pues, citando por orden los municipios y
pedanías que se hallan en el perímetro de nuestra región, e
incluyendo los términos en su totalidad, ésta podría ser su
descripción:
“Linda la Región Murciana desde Águilas
a Guardamar con el mar Mediterráneo, y en el interior la
separan de las regiones valenciana, manchega y andaluza, los
siguientes municipios y pedanías: San Fulgencio, Dolores,
Catral, Albatera, Abanilla, Macisvenda, Jumilla, Yecla,
Fuente Álamo, Tobarra, Hellín, Liétor, Ayna, Fuente del
Taif, Riópar, enclaves de Siles, Benatae, Orcera y Segura de
la Sierra, pedanía de Río Madera de Segura de la Sierra,
Santiago de la Espada, Losa, Cortijada de Montilla, Puebla
de Don Fadrique, La Toscana, Topares, María, Vélez Blanco,
Vélez Rubio, Puerto Lumbreras y Águilas”. |
Esta descripción debe figurar explícitamente en uno
de los primeros artículos del Estatuto de Preautonomía […], si bien
(para evitar que la negociación con el Gobierno entre por un cauce
inviable) se podría admitir que en virtud de la actual división
política de España en provincias, la Región Murciana aceptará su
actual delimitación provincial, con carácter provisional, de forma
que, aprobada la Constitución y articulada la división de las
regiones en comarcas, se proceda a consultar a las mismas su
adscripción regional definitiva. Este criterio debiera ser
generalizado por el gobierno en todos los Estatutos de Preautonomía
para conseguir que todas las comarcas naturales de España se
adscriban sin condicionamientos a la Región donde deban estar. […]
La Región Murciana o las Comarcas Autónomas del Segura (Murcia,
Cartagena, Orihuela, Lorca, Caravaca, Hellín y Yecla) podrían
ofrecer un modelo de auténtico regionalismo, al estructurar la
Región sobre la autonomía local; desde la autonomía local a la
comarcal, y desde la autonomía comarcal a la autonomía regional […].
Ninguna ciudad discutiría la capitalidad de la Región, porque lo
relevante, en suma, sería la comarca como unidad territorial,
pudiendo radicar la administración regional donde se acuerde por
razones de estrategia y proximidad a todo el territorio, pero no por
la vía de la imposición […].
Pero lo cierto es que todo sería en vano si esta nueva división de
España en regiones, además de que sea marco de un desenvolvimiento
democrático, no fuera igualmente marco de desarrollo.
Tengo ante mí un mapa de nuestra Región, y estoy contemplando desde
lugares más apartados hasta las ciudades más importantes. Quizá uno
de los más graves errores cometidos hasta ahora haya sido contemplar
la Región desde la capital de la provincia. Si una palabra “Murcia”
ha de significar la Región, será conveniente que comencemos ya a
distinguir entre Murcia ciudad y Murcia región. Desde Tobarra a
Águilas, y desde Torrevieja a Puebla de Don Fadrique, hay campos,
aldeas, pueblos y ciudades que siguen esperando realidades, pero no
palabras que nada dicen al campesino y al hombre de la calle […].
Por eso, las comarcas tipificadas por una estructura económica
similar deben unirse para afrontar juntas las problemáticas del
desarrollo social y económico en su más genuino sentido: desarrollo
para todos […].
Una región, como la Región Murciana, integrada por las comarcas
autónomas del Segura, puede tener un gran horizonte con una
planificación responsable y equilibrada, y con una proyección
solidaria como región con las demás regiones de España […].
España no debe ser víctima ahora de una división territorial que
solamente sirviera para distinguir las regiones ricas de las
regiones pobres. Quienes tienen la grave responsabilidad de elaborar
la Constitución habrán de tener especial cuidado en que el armónico
desarrollo de todas las regiones quede salvaguardado, porque la
Constitución deberá ser igualmente obra de la democracia.
(LÍNEA, 17 de enero de 1978)
|