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LAS COMARCAS Y LAS DIVISIONES COMARCALES / Alfredo Morales Gil

Murcia ha tenido carecido tradicionalmente, a diferencia de lo sucedido en otras zonas de la península, de una organización comarcal de su espacio, por lo que ésta ha sido una necesidad sentida en época muy reciente.

Históricamente solo dos ciudades muy dinámicas comercial y administrativamente, Murcia y Lorca, llegaron a dejar sentir su influencia más allá de los límites murcianos, configurando unas redes de interacción socioeconómica incluso superiores a las existentes hoy en día. Fuera de estos dos casos no se puede hablar de que tradicionalmente se haya producido una clara conciencia comarcal, puesto que, como sucede con Cartagena, hoy cabeza de una de ellas, hasta el siglo XIX con la creación de los partidos judiciales, no deja sentir su influencia más allá de su término municipal, comprimido al norte y al oeste por los concejos de Murcia y Lorca. El primero llegaba hasta la orilla del Mar Menor y el segundo era dueño de las tierras de Fuente Álamo.

Si a lo largo de los años no se aprecia una clara idea de comarcalización en el interior del territorio murciano, salvo para los casos antes mencionados [Murcia y Lorca], el advenimiento de la restauración democrática de 1977 y la aplicación de los textos constitucionales de 1978 cuajan en el nacimiento de la Comunidad Autónoma de Murcia el 10 de julio de 1982, que llevó consigo el despertar, en este nuevo ente administrativo, la necesidad de potenciar una división espacial intermedia entre las compartimentalizaciones establecidas oficialmente -la región y el municipio-, que fueran las comarcas.

Así, se puede considerar la comarcalización en Murcia como un hecho reciente, con algunos antecedentes, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX, en que se intentaron agrupar los municipios en unidades comarcales. Por ello, en 1968, Roselló Verger, al plantear la primera división comarcal murciana con criterios científicos (económicos, históricos, geográficos) afirma que "El país murciano, en cambio, además de ciertos dejes de insolidaridad y anexionismo sólo ha visto prosperar unas cuantas circunscripciones comarcales efectivas y algunas otras desiguales y casi reducidas a puros nombres".

Geográficamente, la comarca era ya un hecho conocido como indiscutible en el territorio murciano; sin embargo, a la hora de fijar los límites de las mismas surgieron problemas, pues algunos intentos de división se quisieron realizar con una perspectiva electoralista, prescindiendo de la identidad geográfica e histórica de las comarcas al uso que, de una forma imperceptible, se habían ido configurando a tenor de una concreción práctica socioeconómica.

Es así como, en la Comunidad Murciana, desde 1968, empieza a consolidarse una división comarcal realizada por los geógrafos en aquella fecha y que, paulatinamente, los organismos oficiales, sin efectuar un reconocimiento legal de la misma, comienzan a organizar sus servicios a través de estas entidades intermedias, si bien con actuaciones desconexas entre ellas. Al mismo tiempo, los medios de comunicación -prensa, radio y televisión-, en su necesidad de agrupar las noticias de varios municipios vecinos, recurren a las denominaciones comarcales propuestas por el departamento de Geografía de la Universidad de Murcia y que son las de Campo de Cartagena, Huerta de Murcia, Bajo Guadalentín, Campo de Lorca, Cuenca de Mula, Vega Alta del Segura, Sierras Occidentales -también llamado Noroeste murciano- y Altiplano de Jumilla-Yecla.

CRITERIOS DE COMARCALIZACIÓN

Al margen de esas comarcas señaladas, y que en algún caso tienen una tradición histórica, no será hasta mediados de la presente centuria cuando, en la Región de Murcia, comience a plantearse la temática de la compartimentación comarcal.

En 1956, Jean Sermet y Jiménez de Gregorio establecen, de manera individualizada, las primeras divisiones comarcales, y en ambas tanto el Campo de Cartagena como la Huerta de Murcia son establecidas como espacios comarcales definidos. Jean Sermet distinguía seis comarcas, aunque sin límites claros, al tiempo que incurre en contradicciones pues, al hablar de la denominada "pasillo murciano" -Depresión prelitoral- incluye la Huerta de Murcia que, delimita, independientemente, como otra comarca.
 

Comarcalización de Jean Sermet (1956)   Comarcalización de Torres Fontes-Hoyos Ruiz (1957)


Jiménez de Gregorio, por su parte, dada su formación, realiza una división comarcal basada en criterios históricos y que se ajusta más a la realidad. Distingue este autor ocho comarcas: Campo de Murcia y Cartagena (esto es bastante curioso), Costa de Cartagena, Ribera del Mar Menor, Cuenca Baja del Segura, Campo de Lorca, Cuenca Media del Segura, Tierras Altas del Noroeste y Tierras Altas del Nordeste.

Entre 1956 y 1967, historiadores, geógrafos y organismos públicos intentan otras divisiones que, en sus líneas generales siguen los planteamientos hechos por Jiménez de Gregorio, si bien introduciendo las variaciones oportunas según el objetivo que se persiguiera para su uso. Citar entre ellas, las divisiones de Torres Fontes-Hoyos Ruiz de 1957, las del III Consejo Sindical de 1961, las del Ministerio de la Gobernación de 1965 y la de Vilá Valentí de 1967.

  Comarcalización del III Consejo Sindical (1961)   Comarcalización de Vilá Valentí (1967)

El primer intento de hacer una división comarcal de la región que no respondiese a una necesidad coyuntural, sino que fuese el fruto de un estudio minucioso de todas aquellas variables que intervienen en la configuración de los espacios comarcales, desde un planteamiento estrictamente científico, se hizo en el seminario celebrado en los años 1967 y 1968 en el Departamento de Geografía de la Universidad de Murcia. Para ello se tuvieron en cuenta los criterios siguientes: 1º Análisis de las características climáticas, hidrográficas, morfoestructurales, edáficas y de vegetación natural; 2º Antecedentes históricos; 3º Actividades agrarias, industriales y vías de comunicación; 4º Rasgos demográficos y 5º Aspectos funcionales de las cabeceras comarcales y sus interacciones. Condicionados por la rigidez impuesta por los límites municipales, se estableció una compartimentación de la provincia en ocho comarcas de marcada desigualdad en extensión: Campo de Cartagena, Campo de Lorca, Bajo Guadalentín, Vega Media, Vega Alta, Cuenca de Mula, Sierras Occidentales y Altiplano de Jumilla-Yecla.

Aún y cuando el resultado final no fue todo lo satisfactorio que hubiera sido deseable, ya que una quinta parte de los municipios son discutibles en cuanto a su ubicación en una u otra comarca, ha sido la división que se ha venido imponiendo en los últimos años.

Comarcalización del Departamento de Geografía de la UMU (1968)
 

Con posterioridad se han realizado otros intentos con unos resultados, en la mayoría de los casos, muy similares a los del Departamento de Geografía. Así, en 1974, la Comisaría para el Desarrollo de la Cuenca del Segura hizo una división atendiendo únicamente a criterios económicos basados en la capacidad de interacción de los distintos municipios, llegando a la conclusión de que tan sólo existía un centro capaz de atraer al resto de municipios de la región, e incluso de la vecina provincia de Alicante, la ciudad de Murcia, con dos subáreas, Cartagena y Lorca. En esta división no se tuvieron en cuenta factores como las dificultades impuestas por el relieve, de forma que no se erigió como una comarcalización coherente y, en definitiva, se hubo de recurrir a la planteada por los geógrafos.

A finales de la década de los años setenta, el Consejo Regional Murciano, solicitó de economistas y geógrafos, dirigidos por Fuentes y Calvo, una división comarcal que, en líneas generales, respetaba la de 1968, pero que introducía subdivisiones en las entidades establecidas. Así, la Vega Alta del Segura se desglosa en tres subcomarcas con cabezas en Cieza, Archena y Molina de Segura. En la Vega Media, se segregan los municipios de Fortuna y Abanilla, que pasan a constituir una nueva unidad.

Con la aprobación del estatuto de autonomía para la Región Murciana, en 1982,a efectos electorales, el territorio se dividió en cinco circunscripciones electorales, donde solo la de Yecla-Jumilla se identifica con una de las unidades comarcales oficializadas en mayor o menor medida. Las cuatro restantes, presentan agrupaciones municipales de difícil justificación desde una óptica científica de ordenación del territorio.

Comarcalización de Calvo-Fuentes (1980)    Circunscripciones electorales de la Comunidad Autónoma de Murcia
 

En 1985, una tesis doctoral titulada "Comarcalización de la Región Murciana en función de las áreas de influencia urbana y de servicios", realizada por Fátima Sánchez Galindo, llega a conclusiones similares a las anteriores, combinando criterios geográficos y económicos. En este trabajo, además de las comarcas tradicionales (Huerta de Murcia, Campo de Cartagena y Campo de Lorca) aparecen otras dos grandes comarcas -Sierras Occidentales y Altiplano de Jumilla-Yecla- que han adquirido una solidez comarcal notoria en las últimas décadas no solo por la decisiva actuación de la administración que ha aumentado esa consolidación, sino también por la concienciación que en ese sentido se ha producido entre los municipios que la integran. De otro lado, se desmembra la Vega Alta en tres unidades con personalidad propia, los municipios ribereños del Mar Menor en otro y, lo más significativo es la comarca unimunicipal de Abanilla.

Comarcalización de Sánchez Galindo (1985)



En la división comarcal de 1968, el vínculo de unión entre los diferentes territorios es, básicamente, el hidrográfico, definido por directrices generales del relieve que, a su vez, introduce matizaciones en la distribución de los elementos del clima, sobre todo en las temperaturas invernales, y cuya conjunción ha determinado históricamente las actividades económicas y, en definitiva, la ocupación humana y su ordenación en núcleos urbanos. Si bien esta realidad sigue siendo decisiva a la hora de compartimentar y vertebrar un territorio, no es menos determinante la influencia ejercida por la interacción socioeconómica que las grandes urbes desempeñan sobre las áreas limítrofes y, en ese sentido, la ciudad de Murcia, cabecera de una extensa área comercial, además de las funciones derivadas de su condición de capital de la comunidad autónoma, induce a geógrafos y economistas a replantear una nueva división comarcal que coincide en líneas generales con la de 1968, pero que afectaría al desplazamiento, hacia el norte, del límite entre Vega Alta y Huerta de Murcia.

A tenor de este nuevo planteamiento, sería necesario integrar en la comarca de la Huerta de Murcia, los municipios de Las Torres de Cotillas, Alguazas, Molina, Ceutí, Lorquí y Archena. Se impondrían por tanto nuevas denominaciones, de forma que el resto de la Vega Alta recuperaría de nuevo su nombre histórico, Valle de Ricote, con capital en Cieza, mientras que atendiendo a criterios urbanísticos, la Huerta de Murcia trocaría su denominación por la de "Área metropolitana de Murcia". El resto de los espacios comarcales mantendrían los límites establecidos en la división de 1968, con las modificaciones propuestas, en 1986, por el que suscribe, en la Geografía de la Región de Murcia.

Comarcalización de Morales Gil (1986)

Es posible concluir afirmando que la división comarcal es hoy un hecho consumado y que, sin lugar a dudas, ya forma parte de la dinámica de la región, aceptado por sus habitantes que utilizan frecuentemente las denominaciones de Campo de Cartagena, Campo de Lorca, Altiplano, Noroeste, entre otras. Se ha conseguido, pues, la implantación del hecho comarcal en una región sin dilatada tradición al respecto.
 

Alfredo Morales Gil
"Las comarcas y las divisiones comarcales"
Atlas de la Región de Murcia, cap. XXXII


 

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Actualización: 12/07/2005