Murcia ha tenido carecido tradicionalmente, a
diferencia de lo sucedido en
otras zonas de la península, de una organización comarcal de su
espacio, por lo que ésta ha sido una necesidad sentida en época muy
reciente.
Históricamente solo dos ciudades muy dinámicas comercial y
administrativamente, Murcia y Lorca, llegaron a dejar sentir su
influencia más allá de los límites murcianos, configurando unas
redes de interacción socioeconómica incluso superiores a las
existentes hoy en día. Fuera de estos dos casos no se puede hablar
de que tradicionalmente se haya producido una clara conciencia
comarcal, puesto que, como sucede con Cartagena, hoy cabeza de una
de ellas, hasta el siglo XIX con la creación de los partidos
judiciales, no deja sentir su influencia más allá de su término
municipal, comprimido al norte y al oeste por los concejos de Murcia
y Lorca. El primero llegaba hasta la orilla del Mar Menor y el
segundo era dueño de las tierras de Fuente Álamo.
Si a lo largo de los años no se aprecia una clara idea de
comarcalización en el interior del territorio murciano, salvo para
los casos antes mencionados [Murcia y Lorca], el advenimiento de la
restauración democrática de 1977 y la aplicación de los textos
constitucionales de 1978 cuajan en el nacimiento de la Comunidad
Autónoma de Murcia el 10 de julio de 1982, que llevó consigo el
despertar, en este nuevo ente administrativo, la necesidad de
potenciar una división espacial intermedia entre las
compartimentalizaciones establecidas oficialmente -la región y el
municipio-, que fueran las comarcas.
Así, se puede considerar la comarcalización en Murcia como un hecho
reciente, con algunos antecedentes, sobre todo en la segunda mitad
del siglo XX, en que se intentaron agrupar los municipios en
unidades comarcales. Por ello, en 1968,
Roselló Verger, al
plantear la primera división comarcal murciana con criterios
científicos (económicos, históricos, geográficos) afirma que "El
país murciano, en cambio, además de ciertos dejes de insolidaridad y
anexionismo sólo ha visto prosperar unas cuantas circunscripciones
comarcales efectivas y algunas otras desiguales y casi reducidas a
puros nombres".
Geográficamente, la comarca era ya un hecho conocido como
indiscutible en el territorio murciano; sin embargo, a la hora de
fijar los límites de las mismas surgieron problemas, pues algunos
intentos de división se quisieron realizar con una perspectiva
electoralista, prescindiendo de la identidad geográfica e histórica
de las comarcas al uso que, de una forma imperceptible, se habían
ido configurando a tenor de una concreción práctica socioeconómica.
Es así como, en la Comunidad Murciana, desde 1968, empieza a
consolidarse una división comarcal realizada por los geógrafos en
aquella fecha y que, paulatinamente, los organismos oficiales, sin
efectuar un reconocimiento legal de la misma, comienzan a organizar
sus servicios a través de estas entidades intermedias, si bien con
actuaciones desconexas entre ellas. Al mismo tiempo, los medios de
comunicación -prensa, radio y televisión-, en su necesidad de
agrupar las noticias de varios municipios vecinos, recurren a las
denominaciones comarcales propuestas por el departamento de
Geografía de la Universidad de Murcia y que son las de Campo de
Cartagena, Huerta de Murcia, Bajo Guadalentín, Campo de Lorca,
Cuenca de Mula, Vega Alta del Segura, Sierras Occidentales -también
llamado Noroeste murciano- y Altiplano de Jumilla-Yecla.
CRITERIOS DE COMARCALIZACIÓN
Al margen de esas comarcas señaladas, y que en algún caso tienen una
tradición histórica, no será hasta mediados de la presente centuria
cuando, en la Región de Murcia, comience a plantearse la temática de
la compartimentación comarcal.
En 1956, Jean Sermet y Jiménez de Gregorio establecen, de manera
individualizada, las primeras divisiones comarcales, y en ambas
tanto el Campo de Cartagena como la Huerta de Murcia son
establecidas como espacios comarcales definidos.
Jean
Sermet distinguía seis comarcas, aunque sin límites claros,
al tiempo que incurre en contradicciones pues, al hablar de la
denominada "pasillo murciano" -Depresión prelitoral- incluye la
Huerta de Murcia que, delimita, independientemente, como otra
comarca.
Jiménez de Gregorio, por su parte, dada su formación, realiza
una división comarcal basada en criterios históricos y que se ajusta
más a la realidad. Distingue este autor ocho comarcas: Campo de
Murcia y Cartagena (esto es bastante curioso), Costa de Cartagena,
Ribera del Mar Menor, Cuenca Baja del Segura, Campo de Lorca, Cuenca
Media del Segura, Tierras Altas del Noroeste y Tierras Altas del
Nordeste.
Entre 1956 y 1967, historiadores, geógrafos y organismos públicos
intentan otras divisiones que, en sus líneas generales siguen los
planteamientos hechos por Jiménez de Gregorio, si bien introduciendo
las variaciones oportunas según el objetivo que se persiguiera para
su uso. Citar entre ellas, las divisiones de
Torres
Fontes-Hoyos Ruiz de 1957, las del III
Consejo
Sindical de 1961, las del Ministerio de la Gobernación
de 1965 y la de
Vilá
Valentí de 1967.
El primer intento de hacer una división comarcal
de la región que no respondiese a una necesidad coyuntural, sino que
fuese el fruto de un estudio minucioso de todas aquellas variables
que intervienen en la configuración de los espacios comarcales,
desde un planteamiento estrictamente científico, se hizo en el
seminario celebrado en los años 1967 y 1968 en el
Departamento de Geografía de la Universidad de Murcia. Para
ello se tuvieron en cuenta los criterios siguientes: 1º Análisis de
las características climáticas, hidrográficas, morfoestructurales,
edáficas y de vegetación natural; 2º Antecedentes históricos; 3º
Actividades agrarias, industriales y vías de comunicación; 4º Rasgos
demográficos y 5º Aspectos funcionales de las cabeceras comarcales y
sus interacciones. Condicionados por la rigidez impuesta por los
límites municipales, se estableció una compartimentación de la
provincia en ocho comarcas de marcada desigualdad en extensión:
Campo de Cartagena, Campo de Lorca, Bajo Guadalentín, Vega Media,
Vega Alta, Cuenca de Mula, Sierras Occidentales y Altiplano de
Jumilla-Yecla.
Aún y cuando el resultado final no fue todo lo satisfactorio que
hubiera sido deseable, ya que una quinta parte de los municipios son
discutibles en cuanto a su ubicación en una u otra comarca, ha sido
la división que se ha venido imponiendo en los últimos años.
Con posterioridad se han realizado otros intentos
con unos resultados, en la mayoría de los casos, muy similares a los
del Departamento de Geografía. Así, en 1974, la Comisaría para el
Desarrollo de la Cuenca del Segura hizo una división atendiendo
únicamente a criterios económicos basados en la capacidad de
interacción de los distintos municipios, llegando a la conclusión de
que tan sólo existía un centro capaz de atraer al resto de
municipios de la región, e incluso de la vecina provincia de
Alicante, la ciudad de Murcia, con dos subáreas, Cartagena y Lorca.
En esta división no se tuvieron en cuenta factores como las
dificultades impuestas por el relieve, de forma que no se erigió
como una comarcalización coherente y, en definitiva, se hubo de
recurrir a la planteada por los geógrafos.
A finales de la década de los años setenta, el
Consejo
Regional Murciano, solicitó de economistas y geógrafos,
dirigidos por Fuentes y Calvo, una división comarcal que, en líneas
generales, respetaba la de 1968, pero que introducía subdivisiones
en las entidades establecidas. Así, la Vega Alta del Segura se
desglosa en tres subcomarcas con cabezas en Cieza, Archena y Molina
de Segura. En la Vega Media, se segregan los municipios de Fortuna y
Abanilla, que pasan a constituir una nueva unidad.
Con la aprobación del estatuto de autonomía para
la Región Murciana, en 1982,a efectos electorales, el territorio se
dividió en
cinco circunscripciones electorales, donde solo la de Yecla-Jumilla
se identifica con una de las unidades comarcales oficializadas en
mayor o menor medida. Las cuatro restantes, presentan agrupaciones
municipales de difícil justificación desde una óptica científica de
ordenación del territorio.
En 1985, una tesis doctoral titulada "Comarcalización
de la Región Murciana en función de las áreas de influencia urbana y
de servicios", realizada por
Fátima
Sánchez Galindo, llega a conclusiones similares a las
anteriores, combinando criterios geográficos y económicos. En este
trabajo, además de las comarcas tradicionales (Huerta de Murcia,
Campo de Cartagena y Campo de Lorca) aparecen otras dos grandes
comarcas -Sierras Occidentales y Altiplano de Jumilla-Yecla- que han
adquirido una solidez comarcal notoria en las últimas décadas no
solo por la decisiva actuación de la administración que ha aumentado
esa consolidación, sino también por la concienciación que en ese
sentido se ha producido entre los municipios que la integran. De
otro lado, se desmembra la Vega Alta en tres unidades con
personalidad propia, los municipios ribereños del Mar Menor en otro
y, lo más significativo es la comarca unimunicipal de Abanilla.
En la división comarcal de 1968, el vínculo de unión entre los
diferentes territorios es, básicamente, el hidrográfico, definido
por directrices generales del relieve que, a su vez, introduce
matizaciones en la distribución de los elementos del clima, sobre
todo en las temperaturas invernales, y cuya conjunción ha
determinado históricamente las actividades económicas y, en
definitiva, la ocupación humana y su ordenación en núcleos urbanos.
Si bien esta realidad sigue siendo decisiva a la hora de
compartimentar y vertebrar un territorio, no es menos determinante
la influencia ejercida por la interacción socioeconómica que las
grandes urbes desempeñan sobre las áreas limítrofes y, en ese
sentido, la ciudad de Murcia, cabecera de una extensa área
comercial, además de las funciones derivadas de su condición de
capital de la comunidad autónoma, induce a geógrafos y economistas a
replantear una nueva división comarcal que coincide en líneas
generales con la de 1968, pero que afectaría al desplazamiento,
hacia el norte, del límite entre Vega Alta y Huerta de Murcia.
A tenor de este nuevo planteamiento, sería necesario integrar en la
comarca de la Huerta de Murcia, los municipios de Las Torres de
Cotillas, Alguazas, Molina, Ceutí, Lorquí y Archena. Se impondrían
por tanto nuevas denominaciones, de forma que el resto de la Vega
Alta recuperaría de nuevo su nombre histórico, Valle de Ricote, con
capital en Cieza, mientras que atendiendo a criterios urbanísticos,
la Huerta de Murcia trocaría su denominación por la de "Área
metropolitana de Murcia". El resto de los espacios comarcales
mantendrían los límites establecidos en la división de 1968, con las
modificaciones propuestas, en 1986, por
el que
suscribe, en la Geografía de la Región de Murcia.
Es posible concluir afirmando que la división
comarcal es hoy un hecho consumado y que, sin lugar a dudas, ya
forma parte de la dinámica de la región, aceptado por sus habitantes
que utilizan frecuentemente las denominaciones de Campo de
Cartagena, Campo de Lorca, Altiplano, Noroeste, entre otras. Se ha
conseguido, pues, la implantación del hecho comarcal en una región
sin dilatada tradición al respecto.
Alfredo Morales Gil
"Las comarcas y las divisiones comarcales"
Atlas de la Región de Murcia, cap. XXXII
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