«Nada dignifica tanto a los hombres como
el cultivo de su inteligencia y la educación de su
sensibilidad. A medida que estas psíquicas facultades se
afinan e intensifican, aumenta la distancia que separa al
hombre de la bestia. […] Si el cultivo de la
inteligencia es lo que más dignifica a los hombres, la
difusión y elevación de la cultura es lo que más ennoblece y
engrandece a los pueblos. […]
El órgano adecuado que tienen las naciones para infundir y
propulsar la cultura, es la Universidad, alma mater que ha
de criar y nutrir a los pueblos espiritualmente. De aquí su
extraordinaria importancia y su alta misión social, su
augusto sacerdocio, y los grandes prestigios de que hay que
investirla y rodearla. Pero sólo realizando de un modo
intenso, sin descanso, sin desmayos ni vacilaciones, aquella
labor educadora y civilizadora, cumple con su fin y su
elevada misión. De lo contrario será un organismo fósil,
sólo un centro burocrático, una oficina más del Estado.
Para ser lo que debe, la Universidad no habrá de limitarse a
desempeñar mecánicamente, con arreglo a un formulario
ritual, rutinario y frío, su cometido oficial de instruir a
varias centenas de jóvenes a quienes otorgar un título
académico que los habilite legalmente para el ejercicio de
una profesión amparada por el Estado. No basta esto, no. La
Universidad tiene además el deber moral, ineludible, si ha
de responder a su verdadero fin, de atraer, de recoger, de
amparar todas las energías dispersas de la cultura y
aunarlas, fomentarlas y encauzarlas por el derrotero del
éxito y de una eficaz actuación social.
[...] La Universidad autónoma habrá de convertirse en
el organismo más vital y la representación más alta y
depurada de la cultura de la región. El porvenir y el
prestigio culturales de cada región podrán depender de su
Universidad autónoma respectiva. Esta, moralmente, habrá de
ser responsable, en cierto modo, del mayor o menor progreso
intelectual de aquélla.
Y no se crea por eso que defendemos un particularismo
regional, estrecho y mezquino. En todo caso, vigorizar las
regiones, estimular sus energías, mejorar y expandir sus
ciencias y sus artes, será trabajar por el engrandecimiento
de la Nación, ya que ésta no es otra cosa que la entidad
integrada por aquéllas. Además, estimulando una noble
emulación entre las regiones, un ansia de sobresalir en
todas las útiles y honrosas empresas que acometan,
llegaremos, a la postre, a un magnífico resultado de
conjunto, a una mayor suma de bienes para la Patria. De
aquí, pues, repetimos, laborar por la prosperidad y la
gloria de la región será siempre una obra patriótica, la más
positiva y altamente patriótica.
[…] Fue creada ésta [la Universidad de Murcia],
como todos sabéis, por un poderoso anhelo, por un gran
impulso de resurgimiento regional, por una enérgica y
justificadísima demanda de la región; y como a ella se debe
principalmente, aspira a ser, y lo es ya sin duda por
condición innata, su encarnación intelectual más genuina,
participando la una de la otra, recíprocamente, de sus
prosperidades y engrandecimiento. Cuanto redunde en
beneficio de la cultura y de los prestigios de la región
murciana, interesa directa y vivamente a su Universidad, y
ésta ha de procurarlo y acogerlo con entusiasmo.
Por eso yo me permito, aprovechando la circunstancia
favorable que me proporciona la presente ocasión, proponer a
todos, -puesto que es propicio el ambiente y no faltan los
necesarios elementos- que, como formando parte de estos
cursillos de extensión universitaria, se procure tratar
siempre un tema de asunto e interés regionales, algo que
constituya así como una cátedra libre de murcianismo,
sostenida por el entusiasmo y la generosidad de cuantos
hombres doctos hay en la región. De éstos hay muchos de
reconocida autoridad en los diversos ramos del saber. Cada
año debieran escoger un tema de su respectiva competencia en
relación con la región. De este modo pudiera irse explicando
y estudiando, en un vasto y vario programa, cuanto de valor
y mérito tiene esta hermosa tierra levantina en sus
múltiples aspectos, tanto materiales como morales. La
botánica, la agricultura, la minería, la industria, las
costumbres, la historia, el arte, la literatura de la región
podrían ser convenientemente estudiadas y difundidas, con lo
cual se robustecería la personalidad de la misma, Y no se
conseguiría poco en favor de su mayor cultura y de su
adelanto.
[…] Todos nuestros hombres doctos, por dignidad
personal y por el decoro cultural de la región, negados o
puestos en entredicho, están en el deber de esforzarse en
disipar, con actos, esta injusta y bochornosa atmósfera de
descrédito que, a lo largo de los siglos, se ha ido formando
en torno de nuestra patria chica. La Universidad de Murcia
patrocinará, sin duda, esta labor reparadora de justicia, de
rehabilitación de nuestro crédito, y a la vez apoyará el
esfuerzo de todos encaminado a crear una Murcia futura, aún
más culta y más próspera».
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