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Historia de los trasvases

La aprobación del Plan Hidrológico Nacional en 2001 supuso la previsión de un trasvase desde la cuenca del Ebro a las de los ríos Turia, Júcar y Segura. Esa política de trasvases tiene paralelos en varios países (Rusia, Israel, México, Unión Surafricana), pero especialmente en Estados Unidos, donde destacan sobre todo los realizados desde el río Sacramento al Central Valley y a Los Ángeles, y desde el Colorado a Los Ángeles y a Arizona.

Canal

En el caso español la idea del trasvase no es reciente, sino que tiene precedentes que se remontan al siglo XVI. En efecto, en ese siglo en que con la conquista del reino nazarí de Granada se había acabado la llamada "Reconquista", en que con el descubrimiento y la conquista de América se habían empezado a construir nuevas Españas ultramarinas, y en que la Monarquía hispana había consolidado una posición dominante en Europa, se idearon y proyectaron también importantes obras hidráulicas a ambos lados del Atlántico: construcción de embalses (como el de Tibi o el de Ontígola), construcción de canales (como el de la Acequia Imperial de Aragón o el del Jarama), desecación de lagos (como el proyecto del desagüe del lago de Tenochtitlán, en México), y otros muchos.

Entre los proyectos que se imaginaron se encuentra el del trasvase de las aguas de varios ríos afluentes del Guadalquivir (principalmente el Castril y el Guardal) hasta la cuenca del Segura, para el riego de los campos de Lorca, Totana, Murcia y Cartagena. Se trata de un ambicioso proyecto que dio lugar a numerosos trabajos durante los tres siglos siguientes, y a la realización de importantes obras en el setecientos y el ochocientos. Es el inicio de la construcción del llamado “Canal de Murcia” en la comarca granadina de Huéscar.


Los precedentes

Tras la conquista de Granada, las tierras de Lorca empiezan a conocer un importante desarrollo agrícola, que se ve limitado por la escasez de lluvias, ya que la comarca recibe unos 300 mm (o menos) de lluvia, con una fuerte irregularidad interanual.

Desde mediados del siglo XVI existen proyectos para aumentar los caudales disponibles. Es muy probable que la idea de llevar a Lorca aguas de otras procedencias apareciera en esta ciudad a fines de la Edad Media, pues José Musso y Fontes en su “Historia de los riegos de Lorca”, publicada en 1847, afirma que varios proyectos se habían concebido ya desde el reinado del rey Enrique II.

Ante todo, se puso la atención en una serie de fuentes que había en el término de Caravaca (Archivel, Benablón, Singla, Barranda, Caneja, Naviales), cuyas aguas se proyectó llevar hasta Lorca para regar los extensos campos de esa ciudad. Especialmente intensos fueron los debates en 1566, aunque el proyecto quedaría paralizado por la sublevación de los moriscos y la guerra, que tuvo a las tierras de Huéscar como un escenario importante.

Pero la aspiración de Lorca de aumentar las dotaciones de agua para el riego le impulsó a encabezar varias iniciativas para el trasvase de aguas procedentes de los ríos Castril y Guardal, intentando al mismo tiempo asociar en esa empresa a otras ciudades del reino, como Murcia y, sobre todo, Cartagena, importante base naval en el Mediterráneo y bastión fundamental en la defensa frente a Berbería, y que tenía graves problemas de abastecimiento de agua.

Desconocemos el momento exacto en que se propuso por primera vez esta idea del trasvase. El historiador lorquino Joaquín Espín Rael, buen conocedor del archivo municipal y a quien la Cámara Agrícola de la ciudad encargaría en 1927 un estudio histórico sobre los proyectos de trasvase de agua de los ríos Castril y Guardal, afirmó que "el 14 de abril de 1568 se trató en el concejo que este día celebró el de Lorca, que a diez y seis leguas de aquí en el término municipal de Huéscar pasa un río muy caudaloso que se dice Guadahardal, cuyas aguas no se aprovechaban, las que se podrían traer con una obra de cuatro o cinco leguas de recorrido, dejándolas caer al río Vélez, con gran beneficio de esta República"; el concejo acordó escribir a Antonio de Quintela, procurador de Lorca en la Corte para que se encargara de la defensa de este proyecto, y Espín afirma explícitamente que "ésta fue la primera vez que se trató de desviar el río Guardal en beneficio de nuestros riegos", aunque debido a la sublevación de los moriscos el proyecto quedó por entonces abandonado.

Terminada la guerra, en 1575, se vuelve a plantear nuevamente el citado proyecto. Desde el comienzo o muy prontamente estuvieron asociadas también otras ciudades. Espín Rael afirma que, en esa fecha, envió Lorca a la Corte al arquitecto y tallista Gabriel Ruiz Tauste, dando comisión a un regidor de la ciudad para que presentara a Juan de Ovando, presidente del Consejo de Indias y de Hacienda, el proyecto y memoria de la traza y nivelación para la conducción del agua. El proyecto pareció bien a Ovando y el Consejo de Hacienda aceptó el interés del mismo. Otras fuentes señalan que en 1576 las tres ciudades acudieron a Felipe II para solicitar permiso para la realización del proyecto a su costa, acompañándolo de un diseño que, por su encargo, había formado Gabriel Ruiz.

En todo caso y, sin duda, en relación con dichas gestiones, el 20 de julio de 1576 se dio orden de que pasara a Lorca Jerónimo Gil, arquitecto de Felipe II, para realizar las investigaciones necesarias. Gil viajó a Huéscar y efectuó los estudios del caudal y del terreno, aunque se plantearon diferencias entre la nivelación que realizaba y la que defendía Lorca. Gil se negó a proseguir y fue preso en Huéscar por la Inquisición "por ciertas palabras malsonantes que se supuso había dicho", al tiempo que se presentaba otra opinión favorable de Pedro Martínez de la Isla, maestro mayor del obispado de Cartagena, con sede en Murcia.

El proyecto contaba con la oposición del duque de Alba, que desde 1513 había recibido el señorío de Huéscar y deseaba utilizar las aguas de los dos ríos para el riego de sus tierras, para los lavaderos de lana y, eventualmente, para el transporte de las maderas de las sierras hacia Sevilla.

La oposición del duque de Alba aparece señalada desde Lorca por Cánovas Cobeño (1898, pág. 419), y por Espín Rael (Memoria, 1927, pág. 26), y en la documentación cartagenera reunida por Mediavilla 1927-29 (por ejemplo, en ed. 1989 págs. 26-27 y 36). Al parecer el duque alegaba que los ríos deberían correr por donde siempre lo habían hecho y que sus pueblos recibirían pérdidas de más de diez mil ducados para él, porque sus ríos le llevaban mucha madera de los montes.

Ante las diferencias existentes, el Consejo pidió a las partes que presentaran sus alegaciones; y ahí quedó todo.


 

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Actualización: 12/07/2005, 06/11/2006